Tribunales
Crimen de Chella: el asesino confeso de una niña de 15 años se enfrenta a la prisión permanente revisable
Un tribunal popular juzga desde este lunes el caso que conmocionó a una pequeña localidad valenciana hace cuatro años
El caso conmocionó a un pequeño pueblo de apenas 2.500 habitantes un 26 de octubre de 2016 . Cuatro años después, la Audiencia de Valencia juzga al joven acusado de violar y asesinar a Vanesa Ferrer, una adolescente de 15 años, en la localidad valenciana de Chella . La Fiscalía y la familia de la víctima solicitan para él la prisión permanente revisable, la máxima pena que puede imponerse en España.
La vista arrancará este lunes y seguirá hasta el 24 de julio. En esos días un jurado popular compuesto por nueve personas deberá dilucidar si Rubén Mañó -que tenía entonces 21 años- es culpable o no de las acciones que se le atribuyen.
Según se recoge en el auto de hechos justiciables de la causa, el acusado contactó con la menor, amiga suya, y la citó en su antiguo domicilio familiar. Ella acudió a la cita pensando que había otros amigos con el procesado.
Una vez en la vivienda, el asesino confeso - con antecedentes por violencia de género y posesión de drogas - intentó mantener relaciones sexuales con la víctima, pero ésta se negó y la golpeó en varias ocasiones. De este modo, presuntamente, consiguió consumar la violación.
A continuación, siempre según lo relatado en el auto, aprovechando que la chica estaba semiinconsciente, la estranguló hasta causarle la muerte. En ese momento, pidió a un amigo su coche y trasladó el cadáver hasta una sima de unos treinta metros de profundidad -que se utilizaba antiguamente como vertedero de mascotas-, donde lo arrojó con la intención de no pudiera ser encontrado.
Tras la denuncia de la familia, el dispositivo de búsqueda de la Guardia Civil halló enrollado en una manta el cuerpo sin vida de Vanessa al día siguiente en el lugar en el que había sido depositado, al quedarse enganchado entre los arbustos.
Horas más tarde, el ahora acusado -en prisión desde entonces- se convertía en el principal sospechoso y tras descartarse la participación de otras personas -la colaboración del dueño del coche fue crucial- se procedió a su detención. Mañó confesó el estrangulamiento pero alegó estar bajo los efectos de la drogas y negó las agresiones sexuales . Ahora, casi cuatro años después, llega el turno de la justícia.