Cristina Seguí - EL CSEGUÍ
El coyote y Esperanza Correcaminos
«Esperanza Aguirre presentó una enmienda a la totalidad a la permanencia de Mariano Rajoy»
Ayer a primera hora de la tarde Esperanza Aguirre presentó una enmienda a la totalidad a la permanencia de Mariano Rajoy. Su discurso sonó tan adusto como el de 2008, en el que repitió quince veces ante Rajoy aquello de “ No me resigno ”. Entonces Mariano, con cara de circunstancias y con Ángel Acebes escoltándole, se fue por donde había venido sin decir nada. Ayer, después de escribirse con Esperanza, le espetó la típica corrección fingida y decepcionante del amante despechado: “Lo entiendo”. No, en realidad no entiende nada.
Es del tipo de cosas que podían ocurrirle a una torpe manifiesta del romanticismo , liberal y adicta a la política por sucumbir plácidamente a un San Valentín dominical: que dimita Esperanza Aguirre de la presidencia del Partido popular madrileño. Espe, la mamma del discurso libertario nacional, que habrá dimitido, pero que aun así manda su auctoritas para hacerme volver sobre mis propios pasos y empezar esta columna, emplazando para otro momento al “Don Juan” plantado por la impericia del azar .
En el transcurso de unas pocas horas desde que se hiciera pública la noticia leí varias columnas, alguna de ellas escritas con el típico pretérito de uno de esos epitafios políticos de los que Espe lleva cayendo hacia arriba con insolente habilidad desde el Congreso de Valencia del 2008, el cual supuso no sólo la victoria de la facción marianista sobre la aznarista, gracias al prelado político valenciano de Rita Barberá , sino también la pérdida del norte ideológico del Partido Popular sobre el genotipo original de la derecha liberal que Aguirre nunca dejará de desenterrar para comprobar si el ataúd encierra todavía a un partido vivo.
Fue precisamente en esa rueda de prensa concedida por Esperanza ayer donde ésta recordó una verdad absoluta al “Pepe Gotera y Otilismo” político: en la disputa por el liderazgo la forma más incontestable de ganar la batalla es marcando el camino. Y éste pasa por señalar en primera instancia los dos focos principales del fuego que abrasa al PP, para reconocer después que no es casualidad que ambos se encuentren en las dos federaciones que lo sostienen económicamente: Valencia y Madrid . De momento el ying y el yang moral de sus lideresas se ha puesto de manifiesto. Aguirre encarnó ayer la admirable insolencia del orgullo que asume la responsabilidad política por el interés general, frente a una Rita soliviantada cuya insolvencia ética deambula en bata tras las contraventanas de madera de su voluntaria reclusión. En esta ocasión, y en contraposición a lo ocurrido en el Congreso de Valencia, Espe ha ganado a la ex alcaldesa en el terreno que mejor se le da: el de la contienda moral e ideológica.
En Valencia, uno de los focos de combustión popular, se presenta una valiosa oportunidad de relevo generacional y liberal encarnada en la figura de Isabel Bonig , también amenazada por la inmunidad insostenible de Barberá y el empecinamiento de la directiva nacional en postergar el Congreso extraordinario valenciano, que deberá deshacerse de viejos métodos y apuntalar el proyecto refundacional de esta mujer de vivaz discurso imperativo y aguirrista que logra hacer remover en su escaño al nacionalismo y a la extrema izquierda. Tanto Aguirre como Bonig han entendido perfectamente que su partido ha de mirar fuera de la endogamia partidista para adaptarse al ritmo de la sociedad, que avanza mucho más deprisa mediante sendos procesos de primarias.
Cabe recordar que hace casi un año, tras el anuncio de la inminente investidura de Carmena como alcaldesa en el ayuntamiento de Madrid gracias al PSOE, se dio por amortizada a Esperanza Aguirre. Pero entonces, y sólo veinticuatro horas después, Aguirre ofreció su apoyo a la investidura del socialista Carmona incluyendo su renuncia como concejal con tal de evitar un gobierno de Podemos. Carmona declinó por órdenes de Ferraz, pero con aquel sacrificio ella volvió salir de debajo de la enorme piedra que la aplastaba encarnando la metáfora del inmortal correcaminos perseguido por el coyote. Ayer lo volvió a hacer. En su propia casa.