POLÍTICA
Congresos políticos en las iglesias y la calle de la Pasionaria: así era la Valencia capital de la República
La ciudad del Turia albergó la capitalidad entre noviembre de 1936 y octubre de 1937 en pleno conflicto bélico
El alcalde de Valencia, Joan Ribó , ha retrocedido ochenta años en el tiempo. El dirigente de Compromís, que no oculta sus postulados republicanistas , ha desafiado al Gobierno al exhibir una pancarta en el Ayuntamiento de la capital en la que luce los colores de la enseña republicana con el pretexto de celebrar una efeméride que retrotrae a los tiempos de la Guerra Civil .
De hecho, Valencia fue, entre noviembre de 1936 y octubre de 1937 capital de España, después de que el Consejo de Ministros tomara la decisión de trasladar oficialmente la capitalidad ante lo que consideraron un «peligroso acercamiento de las tropas franquistas a Madrid». Esto provocó que la ciudad del Turia viviera una suerte de «efervescencia cultural y social» en esa época, combinada con las apreturas económicas derivadas de un conflicto bélico y la persecución a familias cristianas.
Con todo, aquella capitalidad provocó que la Basílica de la Virgen de los Desamparados, patrona de los valencianos, fuera arrebatada a la iglesia católica para albergar congresos y actos de carácter político. El salón columnario de la Lonja de Mercaderes (declarado por la Unesco patrimonio de la Humanidad) pasó a ser sede de las Cortes. Mientras, la iglesia de San Nicolás, en la actualidad objeto de atracción turística tras la restauración de sus frescos, sirvió de refugio.
El actual teatro Talía albergó la sede del sindicato del Metal y algunos de los ministerios. El Palacio de Benicarló ( hoy en día sede del Parlamento autonómico ) acogió la sede del Gobierno español .
Durante los once meses en los que Valencia fue capital de España, albergó figuras tan significativas como diversas : representantes del gobierno, funcionarios, diplomáticos, asesores, miembros de partidos políticos y sindicatos, periodistas, intelectuales, brigadistas internacionales, soldados y milicianos de permiso, heridos y refugiados o espías. Pero no solo se trasladaron personas y entidades, ya que, por ejemplo, desde Madrid numerosas obras de arte del Tesoro Artístico español (incluyendo los cuadros de mayor valor del Museo del Prado) siguieron el mismo camino, hasta las Torres de Serranos y la iglesia del Patriarca, que las resguardan durante el resto de la Guerra Civil.
Igualmente, el aspecto de Valencia cambió. Sus calles se llenaron de ateneos, universidades populares, proyectos de innovación pedagógica , revistas, congresos y artes plásticas en eclosión. Intelectuales y corresponsales extranjeros frecuentaban la Casa de la Cultura o el Ideal Room de la calle de la Paz. Varios edificios -como La Nau, o algunos palacios de la entonces Calle Metalurgia o el actual edificio de Bankia en Plaza Tetuán- alojaron los ministerios estatales, mientras que el Ayuntamiento acogió las Cortes .
Paralelamente, el fracaso del golpe de Estado de 1936 desató la revolución social: cuando Valencia se convirtió en capital de la República, una gran parte de las industrias , los servicios municipales y de los suministros básicos de la ciudad ya había sido socializada. La Gran Vía Marqués del Turia se convirtió la Gran Vía Buenaventura Durruti ; la calle Corona, calle Pasionaria, y la calle Caballeros, calle Metalurgia, entre muchos otros. Los numerosos refugios antiaéreos habilitados o construidos al efecto en la ciudad no pudieron evitar que, desde enero de 1937 hasta el final de la guerra, 442 bombardeos acabaron con la vida de más de 800 de sus habitantes y en hirieron o dejaron sin hogar muchos más.
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