Cómo se llega a Tabarca y qué secretos esconde la isla poblada más pequeña de España
A pocos metros de las aguas cristalinas de una reserva marina hay vestigios de un misterioso pasado pirata y hasta una cueva de estalactitas con filtración del mar
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Tabarca, el dilema entre el turismo de masas y la paz de la isla habitada más pequeña de España
Hacer turismo en el primer verano de normalidad tras la pandemia del coronavirus en una isla del Mediterráneo de aguas cristalinas para bañarse (o bucear entre peces), degustar arroces y hasta descubrir historias y leyendas de piratas , todo en un día. Es lo que han pensado más de 300.000 visitantes que se esperan estas vacaciones en Tabarca , la más pequeña de estas porciones de tierra habitada en España.
Aunque aparte de un destino de sol y playa más o menos convencional, esta excursión ofrece más alicientes y sorpresas , con una guía adecuada. Solo para llegar, el viaje promete con varios itinerarios posibles.
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Desde Santa Pola, el puerto del continente más cercano, hay barcos rápidos que recorren esos nueve kilómetros en 15 minutos (salidas cada hora entre las 10.00 h. y las 18.30 h. y regreso entre las 10.30 h. y las 18.30 h.) o se puede optar por las « tabarqueras », con más tranquilidad (25 minutos de viaje) y visión submarina desde la parte baja de la embarcación (salidas entre las 10.00 h. y las 18.30 h. y vuelta entre las 13.00 y las 19.30).
Quienes además quieran aprovechar para disfrutar de vistas de la Costa Blanca, de cabos y bahías del litoral, pueden alargar el desplazamiento desde Alicante (unos 50 minutos en catamarán, con salidas a las 11.00 h., 12.15 h. y 13.30 h. y regreso a las 16.30 h. 17.30 h. y 19.00 h.) Y también hay travesías más largas, desde Benidorm y Torrevieja .
Ocio acuático
Una vez puesto el pie en Tabarca, la oferta de actividades acuáticas va del buceo a las motos de agua, pasando por el alquiler de barcos o el snorkel . No en vano, fue declarada reserva marina en 1986 y atesora una riqueza natural protegida, las praderas de Posidonia .
Más visibles y accesibles para el gran público, se pueden encontrar estrellas de mar, tortugas y otras muchas especies.
Por supuesto, no falta la playa y las calas pequeñas, más tranquilas aunque de relieve más abrupto. Los más curiosos pueden buscar también en la parte sur la peculiar Cueva del Lobo Marino , una gruta con estalactitas en la que se filtra el agua del mar. Y sus 1.800 metros de longitud por 380 de anchura dan para un paseo con historia. Por ejemplo, para visitar su faro.
Berberiscos y prisioneros
Hasta 1769, Tabarca estaba deshabitada y solo esporádicamente la utilizaban como base piratas berberiscos en el siglo XV, tal como relata el periodista alicantino Javier Ramos en su blog « lugaresconhistoria.com ».
«El monarca Borbón Carlos III (siguiendo indicaciones del Conde Aranda) repobló Tabarca y sus tres islotes (La Cantera, La Galera y La Nao) con ciudadanos genoveses que él mismo rescató de su cautiverio en manos de los árabes en la isla tunecina de Tabarka, de donde le viene el nombre», explica Ramos, describiendo estas tres partes de tierra unidas naturalmente.
De ahí que algunos descendientes de aquellos primeros pobladores conserven en la actualidad apellidos italianos como Chacopino, Parodi, o Pianello, entre otros. Además de hoteles y hostales, algunos habitantes ofrecen alojamiento en sus casas.
Y también como huella de aquel pasado belicoso frente a los piratas, quedan vestigios como murallas, baluartes , varias puertas fortificadas y otras curiosidades. En el siglo XIX, había prisioneros carlistas encerrados en la Torre de San José como mazmorra . Cronológicamente mucho más anteriores, se han hallado en sus fondos marinos restos de algunos pecios romanos .
Arroces y pescado
Mucho antes de la llegada del turismo, era la pesca la actividad económica en la isla desde el siglo XVII y como herencia de aquella tradición, en su gastronomía tienen un protagonismo especial los arroces , en especial, el caldero que se cocina con caldo de pescado.
La lechola, la langosta bellavista, el gazpacho marinero, la fideuà de bogavante o el calamar de potera «pescado por el propio chef» son algunas de las delicias que ofertan como reclamo los restaurantes de Tabarca.