Alberto Caparrós - CRÓNICAS SABÁTICAS

Cataluña hoy vista desde Valencia

«A Puigdemont y su ya ex Gobierno, la Comunidad Valenciana les importaba un pimiento»

Imagen de Puigdemont y Puig tomada en mayo de 2016 en Barcelona ABC
Alberto Caparrós

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A la misma hora que este viernes la plaza de Sant Jaume de Barcelona albergaba una concentración de independentistas enfervorecidos, en la plaza del Ayuntamiento de Valencia se celebraba un encuentro de fitness. Esteladas en la segunda capital de España y camisetas rosas en la tercera. Toda una metáfora visual.

La Comunidad Valenciana y Cataluña, siempre tan cerca geográficamente, nunca habían estado tan lejos. La deriva soberanista del ya destituido Gobierno catalán ha abierto una herida que costará suturar .

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, natural de Morella, trató de establecer un cauce de diálogo con la región vecina. Aunque Cataluña, en contra de lo que sostiene nuestro presidente, ya no es el principal cliente de las empresas valencianas (a día de hoy es Madrid, según un informe de la Cámara de Comercio) , el jefe del Consell intentó tender puentes con una autonomía que comparte con la valenciana reivindicaciones legítimas, como la reclamación de un nuevo modelo de financiación o la ejecución de las obras del Corredor Mediterráneo.

Como viene sosteniendo desde hace años Juan Roig , ha llegado la hora de dar el paso de una España radial a una España circular. A Carles Puigdemont , sin embargo, le ha dado lo mismo. Ha dejado tirado a Ximo Puig, quien le brindó la oportunidad de ir de la mano en unas reivindicaciones justas y en acuerdos discutibles, como la reciprocidad con una televisión, como TV3, que no respeta el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, lo que equivale a no respetar a los valencianos.

El presidente valenciano fue más allá. El Gobierno que lidera rubricó la «Declaración de Palma» . Un acuerdo con los Ejecutivos de Cataluña y Baleares en materia cultural que ha quedado en papel mojado. Los independentistas catalanes tienen otra hoja de ruta y han dejado en la estacada a aquellos dirigentes, como Ximo Puig , que pensaban que era posible hallar sinergias con las regiones vecinas. A Puigdemont y su ya ex Gobierno, la Comunidad Valenciana les importaba un pimiento, por no hablar de la CUP. Permítanme el registro coloquial, pero el castellano es así de claro.

Imagen de Puig y Puigdemont tomada en mayo de 2016 en Barcelona ABC

A la influyente Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) le ha pasado lo mismo. El pasado 15 de septiembre difundió un comunicado para expresar su posición sobre el conflicto catalán. «Cataluña, catalanes, os queremos» . Así finalizaba la nota. A Puigdemont, a Junqueras y a la CUP les ha dado igual. No quieren a los españoles y, en consecuencia, no quieren a los valencianos.

Tan triste como ver a los directivos de CaixaBank , la entidad financiera catalana por excelencia, en la antigua sede del Banco de Valencia presentando sus resultados esta semana. Todos los que allí estábamos lo sabíamos. El sitio de la Caixa es Barcelona , donde su consejero delegado tiene depositado su patrimonio. Y si hoy está en Valencia es por una deriva totalitaria de unos dirigentes políticos que han conducido a Cataluña hacia un abismo que, visto desde la región vecina, provoca el vértigo de quien teme un contagio. Ojalá nuestros dirigentes hayan aprendido la lección.

Cataluña hoy vista desde Valencia

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