Caso Maje
Las grabaciones que imputaron a la viuda de Patraix y a su examante: «Siempre te lo voy a recordar»
El juicio encara su recta final tras la audición de las conversaciones telefónicas de los acusados en los meses posteriores al crimen
Maje mantiene ante el juez que solo encubrió a su examante: «Jamás le pedí que matara a mi marido»
El examante de la viuda de Patraix confiesa que mató al marido con su beneplácito: «Temía perderla»
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El juicio por el asesinato de Antonio Navarro encara su recta final tras la declaración de los acusados, que ofrecieron ayer ante el juez versiones contradictorias de lo ocurrido: María Jesús, más conocida como Maje, mantuvo que encubrió el asesinato de su marido pero no lo planificó, mientras su examante, Salvador, confesó que mató a puñaladas al ingeniero con el beneplácito de la viuda.
La décima sesión, este miércoles en la Audiencia de Valencia, se ha destinado a la lectura de los mensajes y la audición de las conversaciones telefónicas que ambos acusados mantuvieron tras el crimen perpetrado el 16 de agosto de 2017 en un garaje del barrio de Patraix. Mañana jueves se redactarán las conclusiones y los informes de las partes para entregar, ya el viernes, el objetivo de veredicto a los nueve miembros del jurado popular.
De las grabaciones escuchadas en la sala Tirant, ante los dos procesados, se extrae una relación de amistad íntima y sexual entre ambos, con muchas confidencias y bromas. De hecho, tal y como se desprendió de sus interrogatorios, el acusado le hacía multitud de gestiones -Salva se ofrece a mediar con Vicente, el hermano del fallecido-, recados y arreglos en casa a la viuda. Además, mantenían un contacto continuo, con largas charlas animadas sobre lo que iba ocurriendo en su día a día, sin mencionar la muerte de Antonio.
«¿Me están investigando?»
El 8 de noviembre, tres meses después del crimen, se produce una conversación clave que puso a Salvador, una figura que hasta entonces no había tenido relevancia para el caso, en el centro de la investigación. Además, a raíz de la intervención de su teléfono, la Policía detectó que Maje utilizaba otro terminal exclusivamente para hablar con él, al menos desde el 12 de agosto -cuatro días antes del asesinato-. Un móvil que, al parecer, el procesado le había dado.
En ese diálogo, María Jesús se muestra preocupada por la actitud celosa de su amante: «No estoy bien, necesito que me digas qué ha pasado». Él está dolido porque se ha enterado de algo que altera la relación entre ambos: «Al final te vas a alejar un poco de mí porque yo siempre te lo voy a recordar». «¡Qué va! Jamás. Te prometí que no lo iba a relacionar y así ha sido», exclama Maje. «Me lo acabas de recordar tú ahora, ya lo había olvidado» .
«Ayer me dio un bajón bestial y llamé a la Policía», le lanza él. «Salva, ¿no hagas locuras, eh?», le responde, aunque él se refiere a que ha hablado con un amigo suyo que es agente y le informa de los avances del caso. A través de ese policía, Salva se ha enterado de que Maje se va de viaje con otro chico: «Saben que tenéis los dos un viaje a Italia». «Escúchame, ¿me están investigando a mi?» , salta Maje. «A ti o a él», contesta el procesado. «Yo pensaba que ya estaba descartado y me están investigando», sigue ella.
La acusada intenta argumentarle que él también vive su vida con su familia: «Ya bastante tengo». «No te lo estoy criticando. Tú puedes hacer lo que quieras», asegura Salva.
«No pueden pincharme el teléfono. No soy terrorista»
El 28 de diciembre, Salva llama a ese mismo número. La viuda le cuenta que ha tenido una reunión con el hermano de Antonio por la herencia. Maje relata la fuerte discusión que ha mantenido con la familia de su marido. En un momento dado, la acusada le cuenta a su examante que su cuñado le ha dicho que la Policía ya sabe quién es el autor del crimen y está recabando más indicios.
Salva se muestra muy convencido de estar a salvo: «No me están investigando» , dice. «¿Y cómo lo sabes?», le responde Maje. «Ellos no pueden pincharme el teléfono». «No soy un terrorista», aludiendo a que tenían que averiguar primero muchas cosas para llegar hasta él.
Cree que «habran cogido a alguien» con antecedentes como «chivo expiatorio» y le «aumentan la pena» para endorsarle el crimen. Pero ella se muestra preocupada por el hecho de que alguien inocente pague por algo que no ha hecho: «¿Y la justicia, no existe?». Se despiden y convienen en que es mejor hablar en persona. Salva le aconseja que disfrute en Roma -se va a pasar el fin de año con un chico a Italia- y que haga fotos, porque bastante ha tenido ya con «la familia del imbécil».
«No temas», dice Salva. «Confío en ti», le contesta ella, «no te puedo decir más que te quiero», «estoy pensando en ti constantemente» y «tu carita está ahí».
La última cita
Se citan el 2 de enero, días antes de ser detenidos, en una cafeteria del centro comercial Las Arenas de Torrent (Valencia), en frente de la residencia en la que trabajaba Maje, para preparar sus coartadas -convienen que la viuda declare que Salva estaba celoso de Antonio- y acordar una misma versión sobre las llaves del garaje en el que murió el ingeniero: «¿Que tú me las cogiste?», propone ella.
Lo que no sabían era que uno de los agentes de Homicidios estaba sentado en la mesa de al lado y les estaban fotografiando, aunque la grabación de esa conversación resultó defectuosa, con mucho sonido ambiente que impide escuchar con claridad lo que ambos dicen .
La defensa de Maje intenta desmontar el móvil económico
En la vista de este miércoles también se ha reproducido, a propuesta de la defensa de la acusada, una conversación entre María Jesús y su madre en octubre sobre la herencia de Antonio y otra entre la viuda y su cuñado -en noviembre- en la que éste le pide que lleve ya la documentación al notario para poder cobrar un seguro privado porque está tardando mucho. «Estamos perdiendo un tiempo precioso», dice Vicente Navarro.
En otro audio, fechado en diciembre, Maje le cuenta a Salvador que como se casó con Antonio en régimen de gananciales, la mitad del piso de la calle Calamocha pertenece a los padres de su marido y, por tanto, debería pagarles si quiere seguir viviendo allí. Por eso se ha decidido a irse a vivir a otra vivienda con un chico.
También se ha reproducido una conversación en la que Salva comenta con un amigo que Maje está «enganchada» a él pero que de momento no pueden plantearse un futuro con ella por su situación familiar -no puede permitirse separarse hasta que su hija termine los estudios-: «Estamos bien así».
En otro diálogo entre madre e hija sobre la herencia, Maje reprocha a su progenitora que haya dicho que la familia de Antonio la ha tratado «como un trapo» cuando no es verdad, para más tarde reconocer que los odia: «Nunca me han querido» . La relación entre ambas familias ya se había dinamitado por el reparto de los bienes del fallecido.
El resto de la prueba documental se ha dejado para mañana jueves antes de los alegatos finales de las partes para no alargar en exceso la jornada. Cabe recordar que la Fiscalía solicita 22 años de cárcel para Maje y 18 para Salva, aunque la acusación particular -representada por la familia de Antonio- elevan esas penas a 25 y 20 años , respectivamente, a las que habría que sumar una indemnización de 200.000 euros para los padres y 50.000 para el hermano del fallecido.