Sucesos
Caso Alcàsser: Miguel Ricart cumplió dos décadas de prisión por un triple crimen que no está cerrado
El autor del asesinato que conmocionó a España en los noventa salió en libertad en 2013 tras la anulación de la doctrina Parot, pero la Interpol sigue buscando a Antonio Anglés
«Soy un cabeza de turco. Lo que le hicieron a esas niñas no tiene perdón de Dios» . Fueron las primeras palabras de Miguel Ricart tras quedar en libertad y abandonar la cárcel de Herrera de la Mancha, en Ciudad Real, una de las priones de máxima seguridad en la que se concentran algunos de los asesinos más mediáticos del país por la vileza de sus actos.
La derogación de la doctrina Parot hizo que el único condenado por el triple crimen de las niñas de Alcàsser -cometido en 1992- saliera de prisión tras cumplir solo veinte años y diez meses de los 170 a los que la Audiencia de Valencia le condenó por violar y asesinar a Miriam García, Toñi Gómez y Desiré Hernández junto al todavía fugado Antonio Anglés, a quien la Interpol sigue buscando.
Poco más se sabia del paradero de Ricard, que este viernes fue identificado en un edificio okupa del distrito de Carabanchel de Madrid . Las últimas imágenes que se tienen de él corresponden al día que abandonó la cárcel, el 29 de noviembre de 2013 , con un pasamontañas para evitar ser grabado por las cámaras que le esperaban a su salida.
Numeros medios de comunicación captaron sus primeros movimientos tras dos décadas de reclusión e intentaron recoger sus primeras palabras pero solo uno lo consiguió. Antena 3 decidió no emitir la entrevista completa -de casi una hora de duración- alegando «cuestiones editoriales» por la situación en la que podría quedar el prestigio de la cadena, sumida en una guerra con Telecinco por obtener las primeras declaraciones del exreo. Mediaset también negó en un comunicado que fuera a dar «minutos de gloria televisivos a un asesino temido y repudiado por una sociedad muy dolida por estas excarcelaciones».
El dolor por el macabro asesinato y la presión mediática posterior marcaron para siempre a Alcàsser, una población valenciana de cerca de diez mil personas. Sus habitantes no quieren ni oír hablar del asunto . De hecho, en su día se esforzaron en trasladar un mensaje claro a Miguel Ricart: allí, ni en ninguna localidad de la zona, era bien recibido.
Aunque en su primera declaración policial confesó los hechos, en el juicio celebrado en 1997 el acusado se declaró inocente y afirmó que tenía la conciencia tranquila , una versión que ha defendido hasta ahora.
El expediente seguirá abierto hasta 2029
El estreno de una serie documental en Netflix en 2019 puso de nuevo el foco sobre lo ocurrido y propició que muchos curiosos acudieran a visitar la zona en la que fueron encontrados los cadáveres de las niñas el 27 de enero de 1993, setenta y cinco días después de su desaparición. Un joven encontró en ese paraje restos óseos que correspondían con el ADN de Miriam y que al parecer no se recogieron en su día, por lo que el hallazgo no se consideró relevante para la investigación .
No obstante, tras veintinueve años, la causa que marcó un antes y un después de la crónica negra de España mantiene abierta una pieza separada en el juzgado de instrucción número de 6 de Alzira . La magistrada reactivó en febrero de 2020 oficialmente la búsqueda de Antonio Anglés para esclarecer las circunstancias en las que se produjo su fuga y si alguien le pudo ayudar. El caso no se cerrará, de hecho, hasta 2029, año en el que Anglés, considerado el autor material del crimen, será inimputable.
Sobre él pesan los cargos de rapto, violación, asesinato, inhumación de cadáver y tenencia ilícita de arma. Los investigadores creen que falleció durante su huída . Pero, su ficha, con el expediente 1993-9069 sigue vigente en la web de la Interpol en el apartado reservado a los fugitivos más peligrosos del mundo y cada año se actualiza.
Tras varias jornadas deambulando por España y Portugal , el 23 de marzo de 1993 fue el último día en el que se le vio con vida . En el país luso embarcó con destino a Liverpool y la tripulación del «City of Plymouth» -a cuyo capitán la juez valenciana pidió que se volviera a interrogar- le encerró en un camarote, pero cuando la Policía fue a detenerlo en un espectacular despliegue en el puerto de Dublín, ya había desaparecido.