Carlos Marzal - HOTEL DEL UNIVERSO
Cariño mío
El mundo destila amor por todos sus poros, pero a veces no nos damos cuenta porque tenemos preocupaciones adultas
De un tiempo a esta parte, noto que la gente me quiere mucho . Amor de ley. Amor del bueno, pata negra. Amor a prueba de todas las pruebas con que el mundo amenaza el amor. ¿No notáis vosotros que sucede así, que el mundo en general me quiere a lo bestia? Yo lo percibo, porque el amor no puede ocultarse durante mucho tiempo, y correspondo al amor con amor también. De un tiempo a esta parte, quiero mucho a la gente, en especial a la que me quiere, porque las inclinaciones guardan su lógica de reciprocidad.
Voy al mercado y la pescadera me dice: «Cariño mío, llévate un par de cortadas de atún fresco, que está para chuparse los dedos de la mano». Como soy de fácil conformar, no sólo me llevo el atún, sino que le pido, para corresponder a su amor, que me ponga tres cortadas también de esa merluza que ella denomina salvaje. Un poco de salvajismo viene muy bien al amor y a las merluzas . Merluza salvaje del Cantábrico. Amor salvaje del Mediterráneo. Así soy yo.
Después me paso por la frutería de la tía Pura, en el mismo mercado de Ruzafa, y nada más verme me suelta: «Cariño mío, qué guapo estás, llévate estas naranjas de mi huerto, que no tienen pesticidas, ni abrillantadores, ni conservantes». Creo que tiene razón, estoy pasando por un período de gran virilidad y de belleza objetiva . No hay nada malo en reconocerlo, y asiento a sus apreciaciones llevándome dos kilos de naranjas, dos de mandarinas, uno de plátanos de Canarias y fresones de los invernaderos de Almería. Y no sólo eso: también compro tomates valencianos y tomates raf, pepinos, lechugas de distintos colores y cebollas tiernas. Las frutas y verduras de la tía Pura son un reconstituyente directo de mi sistema nervioso, y propician el hecho de que haya empezado tan guapo el año 2016. Os aconsejo que incluyáis mucha fruta en vuestra dieta, y notaréis una mejora en el índice de belleza corporal.
El chico del puesto de encurtidos y conservas me quiere mucho. La muchacha que regenta un despacho de pollos me quiere tanto como el chico de los encurtidos. La señora que vende frutos secos no me quiere menos que los dos anteriores. El mercado rebosa amor y yo me siento en el centro del mundo. Me acuerdo de la peli «Love Actually», que tanto me gusta , y que demuestra que el mundo destila amor por todos sus poros, pero que a veces no nos damos cuenta, porque tenemos muchas preocupaciones adultas : los pactos postelectorales, los excedentes del petróleo iraní, el fallecimiento de David Bowie. Los enemigos del amor son muchos.
Antes de volver a casa entro en Mercadona, y la chica de la perfumería me dice «Amor mío» , no «Cariño mío». Me derrito en mis carnes. Eso representa un salto de calidad afectiva. Cuando me dicen «Amor mío» me ganan para siempre. De manera que he comprado colonia de vainilla, y crema de manos con áloe vera, y crema exfoliante. Todo de la marca Deliplús. Me quieren muchísimo en mi barrio, y creo que todo esto va en aumento.