Toni Subiela - Peus de plom
Calles con vida
«Ni desde el Consell ni desde la mayoría de ayuntamientos están mostrando el más mínimo interés por ayudar y fomentar la creación de nuevas empresas»
Ya nadie habla de crisis. Es una palabra que ha pasado de moda, aunque siga siendo la cruda realidad para miles y miles de valencianos. Las pequeñas empresas que han sobrevivido apenas logran subsistir con beneficios cada vez más menguantes y nuestras calles siguen llenándose de persianas bajadas y carteles de “se alquila” o “se vende”.
Emprender un negocio hoy en día parece cosa reservada a valientes o imprudentes, pero bienvenida esa valentía imprudente de aquellos y aquellas que lo intenten. Sin ellos nuestras calles seguirán tristes y nuestros pueblos marchitos; los jóvenes difícilmente encontrarán su primera oportunidad; y aquellos que cerca de la jubilación han tenido la desgracia de perder su empleo o cerrar su empresa, necesitarán poco menos que un milagro para reconducir su vida.
Todas aquellas personas que no se resignen y quieran emprender un nuevo proyecto, no solo deberán enfrentarse a las dificultades propias del inicio de un negocio, también tienen que saber que no contarán con el apoyo de su administración, porque ni desde el Consell ni desde la mayoría de ayuntamientos están mostrando el más mínimo interés por ayudar y fomentar la creación de nuevas empresas.
Llamativo es sin duda el abandono que sufren los más pequeños, aquellos que intentan montar un comercio en su pueblo en el que echar horas y dedicación a cambio de un sueldo medianamente digno a final de mes. Gobiernos mal llamados progresistas, formados mayoritariamente por socialistas, nacionalistas y populistas de la izquierda radical no solo gritan “go home” a grandes proyectos empresariales , sino que también obstaculizan las nuevas aperturas de un kiosco, una panadería o un nuevo bar.
Con alevosía o por incapacidad, no sé qué puede ser peor, los tripartitos anti empresas que colonizan nuestras administraciones valencianas se han dedicado a malgastar el dinero en chuminadas folclóricas, enchufes de amiguetes desfaenados y otras vergüenzas varias. Pero no han trabajado por ayudar a quienes, con ilusión, se acercan al mostrador de un ayuntamiento a preguntar qué hace falta para abrir un nuevo negocio en su pueblo.
Claridad de información, reducción de burocracia, menos impuestos y más facilidades es lo que necesitan los emprendedores y emprendedoras que quieren devolver la vida a las calles, levantando de nuevo las persianas y quitando los carteles de “se vende” o “se alquila” que tanto tiempo llevan asentados en nuestros pueblos.
Centrémonos en lo importante y echemos una mano a quien quiere mejorar las cosas.