Cultura

Dos arquitectos con arte: «Barcos» de Rafael Payá y pinturas de Pepe Blanco

El Club Náutico de La Vila Joiosa alberga una exposición de la original vertiente creativa de los dos profesionales alicantinos

Obras en la exposición «Barcos» ABC

J. L. Fernández

La vertiente artística de dos arquitectos alicantinos al margen de su profesión -en la pintura y la elaboración de maquetas de embarcaciones- se expone en el Club Náutico de La Vila Joiosa hasta septiembre en una muestra original, titulada «Barcos» que ofrece la oportunidad de conocer su creatividad más allá del legado que han dejado al urbanismo.

Los cuadros son obra de Pepe Blanco , fallecido en 2003, y representan una faceta menos conocida suya, aunque ya se pudieron contemplar creaciones suyas en exposiciones en Madrid y Torrevieja hace más de medio siglo.

Público en la inauguración de la muestra en el Club Náutico de La Vila Joiosa ABC

Igualmente, en alguna ocasión más reciente, por ejemplo, una de las últimas en la sala de la Lonja en Alicante. Blanco alternó su actividad en la arquitectura con la plástica en ilustraciones, bocetos, murales y otras creaciones.

La exposición en el Club Náutico vilero cuenta con barcos obra de Rafael Payá , arquitecto nacido en Ibi y residente en Alicante ya retirado, que ha desarrollado esta afición con una amplia variedad de diseños, veleros de diferentes zonas del planeta.

En su caso, trabaja con madera y da forma a algunas maquetas de tamaños medios -en torno al medio metro de altura- representativas de distintas culturas, que en la sala de exposiciones ofrecen estampas curiosas con el mar al fondo a través de los ventanales.

Visto por Blas Parra

El análisis del escritor, editor y pintor Blas Parra de esta exposición ofrece una rica información para el visitante, como buen conocedor que es de ambos artistas. De entrada, valora que se trata de «una grata sorpresa, porque no es nada frecuente que dos propuestas artísticas coincidan en intenciones y logros sin acuerdo previo y estudiado detalle».

Añade que «sin embargo, con la mera simpatía y un oficio común, las obras de Rafa Payá y Pepe Blanco no solo sintonizan a la perfección sino que la una sirve de soporte a la otra sin menoscabo alguno, pareciendo que escultura y papel, volumen frente a plano, fueran complemento y desarrollo idóneo para el mismo objeto artístico: los "barcos" de madera y material reciclado de Rafa Payá, suspendidos en la pared o descansando en los estantes, resultan tan ligeros y plásticos como los "papeles" por los que navegan los cuadros de Pepe a pesar de ser más antiguos, de cuando era un joven, con la contundencia de un artista maduro».

Dos barcos suspendidos con la vista al mar ABC

Parra también recuerda que ambos practicaron la misma profesión, dedicados a «forjar volúmenes y elegir materiales» adecuados a sus proyectos que veían plasmados en su entorno próximo, de los que «lógicamente hablarían a veces sin ninguna pretensión, quizá potenciando sin saberlo el feliz encuentro que entraña esta exposición». Blanco falleció hace unos años y Payá esté jubilado y puede «dedicarse a la creación de objetos artísticos que despoja de adherencias a la búsqueda de lo esencial, sin impedirle en ocasiones el toque humano, los remeros, el hombre, el perro; dotados del aire ingenuo que poseían nuestros juguetes infantiles , ello no les impide que sus piezas, barquitos, barcazas o chalupas, se conviertan en esculturas-metáforas poéticas desplegando sus tiesas velas por la superficie del mar», describe Parra.

Una de las obras de Rafael Payá ABC

Asimismo, opina que «el equilibrio de las propuestas no priva a la muestra conjunta de las notables diferencias que singularizan la obra y los gustos que manifiestan». Por eso, distingue entre ambos autores: «Pepe Blanco ha conocido y navegado en diversas corrientes artísticas, lo mismo incorpora su obra las perspectivas alegres y coloristas de un Raoul Dufy que las imágenes contundentes de los grandes ilustradores del expresionismo alemán. Rafa pudiera haber sido un discípulo de Ruskin , de aquellos artistas que tallaban y pulían con sus propias manos incorporando al oficio el gusto por la tradición aunque con la ligereza que concede la modernidad para saltar de un espacio a otro con facilidad pasmosa, pasando del gusto por la geometría y la abstracción al detalle de un artista aborigen».

Y concluye Parra su crítica de arte con una reflexión acerca de sus propias sensaciones durante la visita a la muestra en el Club Náutico de La Vila Joiosa. «Flota además en la sala -gracias al acertado montaje- un ambiente mágico, capaz de traernos el mar auténtico de más allá de los cristales a este espacio sutil donde se suspenden los barcos por el mero efecto de una ligera cortina, como deslizándose por él, desprendidas del tiempo».

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