Torra sopesa convocar elecciones en enero para que Aragonès no sea presidente en funciones

Asume que será condenado y que el Supremo no tardará en confirmar la sentencia

Pere Aragonès y Quim Torra, en una reunión del gobierno catalán EFE

Salvador Sostres

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, asume que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña va a condenarle por desobediencia y que el fallo va a conocerse en los próximos días, antes de Navidad, entre otras cosas porque él mismo proclamó su culpabilidad durante el juicio. Por el mismo motivo, entiende que el Tribunal Supremo tampoco se demorará en confirmar la condena. Torra, que eligió este «bel morir» una vez constató que Carles Puigdemont había perdido su confianza en él, entiende que el TS estudiará su caso a partir del 15 de enero, no quiere demorarse en convocar a los catalanes a las urnas para evitar que la inhabilitación le sorprenda en el cargo y Pere Aragonès pueda protagonizar la campaña electoral siendo presidente en funciones.

Si Torra es inhabilitado mientras aún ostenta su cargo, Pere Aragonès asumiría la presidencia en funciones de la Generalitat. El presidente en funciones no tiene la potestad de convocar elecciones, y el Parlament tiene que celebrar un pleno extraordinario en un plazo de 10 días para que la cámara elija a un nuevo presidente. El candidato tiene que ser diputado. De no conseguir nadie los apoyos suficientes, otro pleno exactamente igual tiene que celebrarse en 48 horas. Si nadie resulta investido, el plazo máximo para conseguirlo es de dos meses; y si tampoco en estos 60 días se logra investir a ningún presidente, quedan automáticamente convocadas las elecciones autonómicas, que se celebrarían pasados entre 40 y 60 días.

El mejor escaparate

De este modo, si Torra tarda demasiado en anticipar los comicios, podría encontrarse con que Pere Aragonès tuviera algo más de 100 días el mejor escaparate para perfilar su candidatura y su campaña. Y que el presidente de la Generalitat haya perdido la confianza del expresidente fugado no significa que reniegue de él ni que quiera perjudicarle, de modo que, tal como adelantó en exclusiva ABCen noviembre, las próximas elecciones autonómicas en Cataluña se celebrarán entre el final del invierno y el inicio de la primavera del próximo año.

Junts per Catalunya tiene claro que su candidato será Carles Puigdemont, y hasta especula –con más esperanza que posibilidades reales– con que gracias a una más que probable sentencia favorable a la inmunidad de Oriol Junqueras por parte del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, pueda su líder huido ser diputado en el Parlamento Europeo e incluso regresar a España sin ser detenido. En tal caso, Puigdemont podría ser elegido presidente de la Generalitat, pero en el momento en que tomara posesión del acta de diputado del Parlament, perdería su condición de parlamentario europeo, y por lo tanto también su inmunidad, de modo que sería inmediatamente puesto a disposición judicial. De modo que, aunque podría ser nuevamente elegido, no podría de ningún modo volver a ser presidente.

Para ser presidenta en su nombre, y bajo su tutela, Puigdemont había elegido a Laura Borràs, actual diputada y líder de JpC en el Congreso, y que ya había advertido que lo más seguro era que no agotara en su escaño la legislatura. Pero tras las últimas noticias sobre sus presuntos «trapicheos» –que es la palabra con que los designaba su beneficiario– con dinero público cuando, no está claro que Puigdemont pueda mantener su apuesta hasta el final, aunque también es cierto que entre el público independentista, cualquier acusación de corrupción contra sus líderes –por evidente que sea y probada que resulte– es vista como un ataque de «España» contra «la libertad de Cataluña», de modo que, a estas alturas, todo es posible.

Los republicanos saben que Aragonès es «mejor presidente que candidato», pero la tímida postulación del presidente del Parlament, Roger Torrent, han perecido en el intento. La gran contradicción que tienen que enfrentar es que no le interesa investir a Sánchez, para que Puigdemont no pueda volverles a derrotar con el arma electoral de acusarles de «vendidos» y de «traidores»; pero si por fin ganan unas elecciones autonómicas, tras tantas ocasiones perdidas, sólo podrán alcanzar la tan ansiada presidencia de la Generalitat con el apoyo del PSC.

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