Sergi Doria - Spectator in Barcino
La carcoma del Régimen (catalán)
El independentismo demostró eficacia mediática para carcomer el Estado de derecho del 78, pero no ha conseguido desmoronar con sus celdillas de odio una estructura fundamental como el Poder Judicial
Nuestros cabecillas de Dinamarca del Sur han disfrutado del combate entre Pablo Fra Casado y Teo, el lanzador de huesos de oliva, contra Isabel Díaz Ayuso y su preparador Miguel Ángel Rodríguez, MAR. Aragonès de Pineda inscribe tal furor cainita en la larga historia de corrupción del PP (no conoce la Esquerra gansteril años treinta). El comunista Jaume Asens ve una trama mafiosa (tampoco debe recordar la simpatía de su formación por el asesino Rodrigo Lanza). En Junts, los herederos de la Convergència Depredadora de casinos, 'palaus' y tres por cientos han estado ocupados en blanquear a Pujol.
Los que satirizan las batallas de la derecha española deberían aplicarse aquello de las barbas del vecino. En 'El Periódico', Santi Terraza se refiere a los asesores de Junts y ERC que critican, pura envidia, a Miguel Ángel Rodríguez: «Una de las pocas herencias que habrá dejado la Cataluña del 'procés' es la de un ejército de supuestos asesores, alimentándose a diario de la bilis generada por sus organizaciones, enfocadas fundamentalmente al combate con el adversario. Primero fue contra el Estado y la otra mitad de catalanes; ahora es entre ellos, en un deprimente juego en el que los protagonistas se creen vivir en el Ala Oeste cuando realmente lo están haciendo en un patio de colegio». Con nula experiencia en la empresa privada, estos machotes de 'pa sucat amb oli' trashuman «de un departamento a otro cuando sus partidos se intercambian Consejerías o instituciones»», añade Terraza.
La sociedad catalana está carcomida por un régimen que ha evolucionado de la actividad extractiva disfrazada de moderación catalanista -los tiempos del pujolismo- a la ocupación de las superestructuras hasta conseguir el control de Cataluña (Programa 2000).
Pero, ¡ay!, los muñidores del Régimen no están en condiciones de impartir lecciones de nada. Tanta impostura ha carcomido la épica inaugural del 'procés'. Su lengua de madera está agujereada por las larvas de la inmoralidad. Aunque la larva devenga en amarilla mariposa, ya solo es un pin pasado de moda.
Las fuerzas secesionistas que se conjuraron en el pulso contra el Estado y el desprestigio del orden constitucional: la abolición de la Constitución y el Estatuto en las jornadas golpistas del 6 y 7 de septiembre que evacuaron, con el total desprecio a la oposición, la Ley de Transitoriedad Nacional. Las que caricaturizan, o llegan a comparar, a los tres mil seguidores de Díaz Ayuso concentrados en Génova con los 'trumpistas' del Capitolio obvian los asedios al Parlament por los antisistema (2011) y los separatistas (2018).
La desobediencia que tan buenos réditos dio en los tiempos del «apreteu» del jubilado Torra opera con efecto bumerán contra quienes la predicaron. Carcoma desobediente de los centros docentes dominados por la amarillenta Ustec. Es el sindicato que abrió las escuelas e institutos para convertirlas en colegios electorales del referéndum ilegal del 1-O y animó a educandos, profesores y familiares a conformar escudos humanos contra las fuerzas de seguridad del Estado; el que el 8 de noviembre de 2017 apoyó la huelga política de la Intersindical-CSC del ex Terra Lliure Carles Sastre; el sindicato que el 24 de octubre de 2019, tras el incendio de Barcelona por la guerrilla urbana contra la sentencia del Supremo a los sediciosos, se manifestó en plaza Universidad contra el «Estado autoritario» y bajo el lema: «¡No toquéis a nuestros jóvenes».
La Ustec que antes desobedecía a «un Estado que ya no puede considerarse democrático» se revuelve ahora contra la separación de poderes: huelga del 23 de marzo contra la sentencia de TSJC sobre el 25 por ciento de castellano en las aulas; pero también contra el consejero Gonzàlez-Cambray: paro de cinco días por la orden de comenzar el próximo curso el 5 de septiembre.
El independentismo demostró eficacia mediática para carcomer el Estado de derecho del 78, pero no ha conseguido desmoronar con sus celdillas de odio una estructura fundamental como el Poder Judicial. Y ahora, paradojas de la demagogia, el gobierno separatista de Esquerra y Junts debe mantener la confrontación con el Estado español y confrontarse también con sus peones en la sedición y el adoctrinamiento escolar. Gonzàlez-Cambray versus Ustec. Y Puigdemont versus Aragonès. Consell per la República versus Parlament. Y si ganara el fugado: Puigdemont versus Laura, 'magia' Borràs.
Quien hace de la desobediencia su 'leit motiv' político difícilmente podrá garantizar la seguridad jurídica: eso explica el desafío de los energúmenos de la Meridiana al consejero de Interior: para disimular su impotencia, Elena identifica a los vecinos que se oponen a los cortes con la extrema derecha. O la vergonzosa inacción del rector de la UPF ante el escrache independentista contra estudiantes constitucionalistas.
El gran Marsé cambió el campanudo «un sol poble» por el jocoso «un sol moble». Con tanta larva extractiva, del mueble nacionalista solo quedará un montoncito de serrín.