Sergi Doria - Spectator in Barcelona
Un retablo sin maravillas
La DUI es el muñeco de juguete que ya no funciona, aunque las fuerzas de choque separatistas le muevan los brazos a golpe de movilización callejera
Son como niños -y niñas- dándole a un juguete con las pilas agotadas. Pilas podridas con verdín. Cabe reconocer que el juguete parecía gozar de la inmortalidad del conejo Duracell que no para de darle al tambor. Ellos -y ellas- no le dan al tambor como los “escamots” verde oliva de 1933 que tanto molan al señor Torra; reiteran, una y otra vez, cada vez con más desgana, el mandato del 1-O, el “fem” o “som” República Catalana, libertad de “presos políticos”, desobediencia… Francesc-Marc Álvaro ve al independentismo atrapado en su propio relato. El articulista de La Vanguardia se pregunta, a raíz del póquer de farol que confesó la exconsejera Ponsatí cansada de hacer el ridículo: “¿Por qué el independentismo simula ser impermeable a la verdad de los hechos, incluso cuando esta sale de alguien que no lleva el sambenito de ‘traidor’, que sirve para eludir a otros testigos del debate?”
A este cronista le vino a la memoria el PSUC del 37, el negacionismo de las purgas estalinistas de Moscú, el cínico murmullo de que Nin no era comunista sino agente de Franco. El independentismo exhibe los modales de la Ginebra de Calvino en la que ardió Servet; dogmatismo religioso con un peculiar santuario inasequible a la realidad.
La DUI es el muñeco de juguete que ya no funciona, aunque las fuerzas de choque separatistas -ANC, Òmnium, CDR, CUP- le muevan los brazos a golpe de movilización callejera, asaltando un homenaje a Cervantes en la Universidad de Barcelona, invadiendo la consejería de Trabajo. El sexenio de ocupación de las calles pasa factura: el actual gobierno de la Generalitat es rehén de las organizaciones del populismo que financió y jaleó. A ver quién es el valiente -ahora que todos disfrutan de una generosa nómina pública- que se atreve a decirles a los de la pancarta que los reyes son los padres; que el juguete no funcionará si no le ponen pilas nuevas. Álvaro titulaba su artículo “deshacer el espejismo”. Este cronista se lo dijo a uno de esos creyentes en eufónico catalán: “Jo et parlo de fets i tú de fe”.
A Laura Borràs, consejera de Cultura que farda de cervantina con vestido amarillo, le convendría repasar las “Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados” de 1615. En concreto, aquel “Retablo de las maravillas” en el que Chanfalla y La Chirinos engatusan a unos lugareños con una caja de marionetas cuyos prodigios solo serán visibles por los cristianos viejos. Los timadores se inventan toda suerte de quimeras allí donde nada se ve: en lugar de denunciar la estafa, los espectadores aseguran ver lo que se les dice que han de ver: así nadie cuestionará su pureza de sangre.
En Cataluña, el tinglado de la farsa funciona a las mil maravillas para lucro de políticos demagogos, tertulianos trepas y mercaderes de patrioterismo. En su visita a la Generalitat, Pablo Iglesias regaló a Torra “¿Qué pasa en Cataluña?” (Almuzara). El libro reúne los ocho reportajes que Manuel Chaves Nogales -a la sazón director del diario Ahora- publicó entre el 26 de febrero y el 11 de marzo de 1936. Es una buena noticia que el autor del “Viatge involuntari a la Catalunya impossible” sepa que en los años treinta había -también- grandes periodistas en la prensa en castellano que él se jacta de no leer en sus apologías de Xammar.
El 25 de febrero de 1936, manifestación por la victoria electoral de Esquerra, “había, por haber de todo, hasta separatistas”, apunta Chaves Nogales. Tras la fantasmada del Sis d’Octubre, los separatistas de Estat Català aparecen como cantamañanas: “Estos titulados perturbadores izaron sobre las cabezas de la multitud la bandera de la estrella solitaria, que a poco de ondear, fue motivo de querella y discordia entre los mismos manifestantes”. Al periodista sevillano le preocupan los políticos catalanes . Los considera “pésimos abogados de su propia causa”. Cataluña, advierte en alusión a Companys, “convierte a sus revolucionarios en puros símbolos ya que no puede hacer de ellos perfectos estadistas”. Ojalá Torra y sus atorrantes -ahora de gira folclórica en Washington- anoten esas sabias palabras. En vez de buscar “momentos” para otro 1-O, asumir que su República Catalana es un retablo roto sin maravillas.