Crítica de ópera

'Pelléas et Mélisande' en el Liceo: el silencio del agua en tiempos de guerra

Excepcional producción la que firman Àlex Ollé y el escenógrafo Alfons Flores e inmejorable el reparto, sin una sola fisura

Por qué España no envía armas a Ucrania como otros países de la Unión Europea

Ollé creó el montaje en 2015 para la ópera de Dresde David Ruano

Pep Gorgori

Pelléas muere tras recibir dos tiros disparados por su celoso hermanastro, Golaud. Su propia madre descubre el cadáver y hace que el personal del palacio lo levante y se lo lleve del bosque encharcado. En ese momento, el director de escena Àlex Ollé hace que la música que Debussy creó para el drama de Maeterlinck se pare por unos minutos. Solamente se escucha el chapoteo de los pasos en el agua, pero es como si ese sonido estuviera incrustado en la partitura. Es ese juego de imágenes, de sonidos y silencios conmovedores, lo que hace que la producción del 'Pelléas et Mélisande' sea uno de los acontecimientos imprescindibles de la temporada en Barcelona.

El reparto es inmejorable, sin ni una sola fisura. Stanislas de Barbeyrac y Julie Fuchs encarnan a la pareja protagonista con la mayor solvencia. Buen gusto, entrega y una vocalidad perfecta para los roles. A su lado, el Golaud de Simon Keenlyside, que demuestra una vez más que es una bestia de la escena. No lo es menos otra británica, Sarah Connolly, que como Geneviève imprime un carácter duro e inquietante, al mismo tiempo que conmovedor, al personaje. Hay que mencionar al resto del reparto, porque todos y cada uno bordan su papel: el magnífico Arkel de Franz-Josef Selig, Stefano Palatchi como médico, y Ruth González , que dibuja un Yniold con esa mezcla de inocencia y perversión tan 'debussyana'. Por lo que respecta a la orquesta del Liceo, luce sus mejores galas bajo la batuta inspiradísima de Josep Pons, que en este repertorio está claro que se encuentra como pez en el agua.

Todos ellos ponen su talento al servicio de una producción excepcional cuyos responsables son Àlex Ollé y el escenógrafo Alfons Flores. No pasa a menudo que una puesta en escena reciba aplausos unánimes, si un solo silbido, en una noche de estreno en el Liceo. La impresionante estructura giratoria sobre una lámina de agua cuyo reflejo impregna el techo del teatro, con ese sonido silente del agua muerta, serán difíciles de olvidar. El texto de Maeterlinck plantea un reto mayúsculo, al encadenar escenas marcadamente simbolistas, conceptualmente compactas pero dramatúrgicamente inconexas. Ollé logra resolver este problema y da a la narración una continuidad perfecta, sumiendo al público en esa especie de pesadilla de la que no quisiéramos despertar.

Ollé creó el montaje en 2015 para la ópera de Dresde, cuando aún no sabíamos lo que podía causar un simple virus y pensábamos que Putin no sería tan atrevido. Visto hoy, este 'Pelléas' es un bálsamo que nos recuerda que podemos ser algo mejores. Aunque, puestos a pedir, sería de agradecer que el Liceo, como tantas otras casas de ópera de todo el mundo han hecho, lance un mensaje claro sobre qué piensa de esta guerra. El Real envolvió con la bandera de Ucrania al mismísimo Sigfrido en 'El ocaso de los dioses'. El Liceo, ayer, antes de la función, anunciaba en las pantallas el próximo concierto de Anna Netrebko el 3 de abril, sobre el que todavía no ha tomado una decisión.

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