desafío independentista

El nuevo partido de Puigdemont plasma su estrategia: «confrontación», «revuelta» y «desobediencia»

Junts pone caducidad a la doble militancia de quienes todavía conservan el carné del PDECat

Un manifestante con una careta de Puigdemont en un mitin en Perpiñan en febrero Inés Baucells/ EP

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La nueva marca política del fugado Carles Puigdemont llevará la «confrontación» en su ADN : frente a todo lo que representa el Estado, como han dejado claro este fin de semana en su proceso congresal para marcar su hoja de ruta, pero también de oposición a las otras fuerzas del independentismo. Y es que Junts per Catalunya, nacida de la enésima reestructuración del espacio posconvergente, ha marcado una estrategia claramente diferenciada de Esquerra, y además ha lanzado un ultimátum a los militantes que se embarcaron en el proyecto de Puigdemont sin romper el carné del PDECat. La doble militancia tendría fecha de caducidad .

Junts pretende convertirse en la fuerza independentista que enarbole la bandera de la radicalidad y ponerse en primera línea frente al Estado. Confrontación, revuelta y desobediencia, según han anunciado este fin de semana en un congreso atípico, en el que todas la intervenciones fueron telemáticas por la pandemia. Eso sí, líneas estratégicas que la vicepresidenta y portavoz del partido, Elsa Artadi, ha cargado de epítetos: «confrontación inteligente», «revuelta democrática» y «desobediencia civil» . Pero el afán de acelerar por la senda unilateral es claro: «Junts asume plenamente, como estrategia para alcanzar la plena efectividad de la independencia de Cataluña, la confrontación con el Estado español utilizando la desobediencia civil y la no cooperación de manera democrática». Lo recoge la ponencia ideológica, aprobada con más del 96 % de votos del congreso de este espacio posconvergente.

La ponencia señala que para conseguir la independencia se precisa de una «revuelta democrática» como el desafío de octubre de 2017, y también pone énfasis en uno de los traumas del independentismo: no haber alcanzado nunca el 50 % de los votos en unas elecciones, pues el techo de las suma de Junts, Esquerra y la CUP es el 48 %. «No tenemos miedo a ganar, no tenemos miedo a superar el 50 %, es positivo, es muy bueno. No podremos dar grandes saltos si no superamos una barrera que hemos convenido a decir que es muy importante para hacer política», ha valorado Puigdemont. En definitiva, convertir las elecciones autonómicas en el enésimo «plebiscito» sobre la independencia, pero no solo simbólicamente. De conseguirlo dicen que «se considerará la posibilidad de solicitar la intervención de la Unión Europea para forzar un referéndum acordado».

Distancia con Mas y ERC

Esta formulación se aleja de lo expresado hace unos días por el expresidente de la Generalitat Artur Mas, quien dijo que superar ese umbral no es suficiente para la secesión, pues se necesita «una mayoría sostenida e inapelable» . Él mismo había intentado convertir las elecciones catalanas de 2015 en un plebiscito por la autodeterminación. Fracasó, el independentismo no logró la mitad de los votos pero fue incapaz de reconocer una derrota que en el seno del secesionismo solo el entonces diputado de la CUP Antonio Baños se dignó a verbalizar. Distancia de Mas, pero también de la estrategia de ERC al poner por escrito que ensanchar la base del separatismo «es del todo conveniente perno ni mucho menos suficiente para doblegar la resistencia del Estado».

No acaba ahí la confrontación estratégica de la marca que capitanearán, pese a sus respectivas situaciones judiciales, el fugado Carles Puigdemont y Jordi Sànchez, el expresidente de la ANC encarcelado en Lledoners. En la ponencia presentada subyacen mensajes a los fieles «puigdemontistas» que todavía militan en el PDECat , formación heredera de Convergència. Descartan que estos concurran a una elecciones con candidatura propia y a la vez mantengan el carné del PDECat. Sobre las primarias, a las que se postularía Laura Borràs, aun no hay regulación. Y sobre su ideología, dicen que quieren «representar la centralidad del país», haciendo suya la «tradición del catalanismo político, hoy concretada en una apuesta clara por la independencia nacional». Ahí Junts sí que mantiene la equidistancia: ni de izquierdas ni derechas .

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