Antoni Fernández Teixidó - Tribuna Abierta

Maniobrar para vencer

«Consciente de la fragilidad de su actual situación, Puigdemont improvisa un nuevo instrumento político, la Crida»

Se ha escrito que Puigdemont nunca ha mostrado empatía por la fórmula de partido. Ha sido presentado como un outsider de Convergència. No comparto esta afirmación. No se ajusta a los hechos. Militó durante años en la vieja CDC, a plena satisfacción de sus dirigentes y militantes. Solo así se comprende que Mas −después del fallido intento de ser reelegido president−, y un reducido núcleo de líderes convergentes, le auparan como candidato a la Generalitat. Puigdemont tenía el sólido reconocimiento como líder territorial identificado con su partido. En buena medida, así sigue siendo en el actual PDECat.

Esta generalizada consideración se explica por el extraordinario respeto que la figura del president ha suscitado siempre entre la ciudadanía, en general, y los nacionalistas, en particular. El historiador Enric Ucelay-Da Cal explica con acierto, en su Breve historia del separatismo catalán, el origen de los mecanismos que sustentan esta tradición tan plena de simbolismo político. Puigdemont es plenamente consciente de ello y se aprovecha, pues necesita reforzar y proyectar la imagen de exiliado. Sabe que con el PDECat resultará difícil competir con ERC, y que sus intentos de unidad para disimular la debilidad de su partido parecen hoy condenados al fracaso.

Ni republicanos, ni anticapitalistas, aceptarán fórmulas organizativas unitarias. Consciente de la fragilidad de su actual situación, improvisa un nuevo instrumento político, la Crida, que apela a la superación de la presente división entre los partidos independentistas. Para formar parte de esta, convoca a los dirigentes y militantes del PDECat, a nuevos cuadros, militantes y simpatizantes del independentismo e instrumenta una nueva maniobra de salvación nacional.

El expresident se juega su propio liderazgo y el recorrido de todo su proyecto con esta iniciativa. Hay que insistir en que no tiene elección y seguirá adelante, obstinado en su propósito. No obstante, convendría saber que la respuesta que recibirá de una parte de la ciudadanía será, indudablemente, buena. Torra y un sector de su Govern le apoyarán incondicionalmente; en buena parte, su grupo parlamentario estará a su lado y cientos de alcaldes se sumarán a la Crida, aun dudando de la conveniencia del paso a dar.

Por todo ello, me sorprende apreciar en el Gobierno del PSOE, y en algunos sectores de la opinión pública española, una cierta relajación sobre la situación en Cataluña, sin que les alcancen las consecuencias que se derivan de las maniobras de Puigdemont. Sugeriría no bajar la guardia.

Antoni Fernández Teixidó es presidente de Lliures

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