El dietario de Torra: el relato de un 'president' iluminado, superado, plañidero e incontrolable

Su libro sobre los primeros días de la pandemia pone de manifiesto su lucha contra Esquerra

Quim Torra relata ahora en un libro sus 'horas más graves' ABC

Daniel Tercero

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El 15 de marzo de 2020, Quim Torra inicia un dietario coincidiendo con su confinamiento por la pandemia del Covid-19 en la Casa de los Canónigos, residencia oficial del presidente de la Generalitat de Cataluña y aledaña al Palacio de la Generalitat, en Barcelona. Un año después, el expresidente autonómico publica ('Les hores greus. Dietari de Canonges', Símbol Editors) lo que fue apuntando durante un mes y medio. Filias y, sobre todo, fobias. Chulería frente a las decisiones adoptadas por el Gobierno de España y, en concreto, Pedro Sánchez. Histerismo. Caos en el Govern catalán . Absoluta desconfianza con ERC y, principalmente, Pere Aragonès, su vicepresidente, y Alba Vergés, consejera de Salud. Inventor de una (inexistente) épica cuando ya se sabía inhabilitado y había dado por concluida la legislatura catalana en enero. Obsesivo con la identidad. Indisciplinado, incluso con Junts, su formación política, a la que desprecia dejando de acudir a las reuniones. Y roto, plañidero y derrotado hasta el punto de necesitar asistencia médica.

Distorsión con el MWC

Torra escribe «un dietario íntimo que recoge -según apunta al inicio- lo que viví, vi y sentí», aunque con la perspectiva del tiempo, un año, distorsione aspectos de la realidad . Por ejemplo, fue uno de los que puso el grito en el cielo cuando, en febrero, los organizadores del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona lo cancelaron por la pandemia. «Epidemia del miedo», llegó a calificar aquella decisión , que englobó en una espiral de desinformación extendida «por todas partes». Sin embargo, en sus notas, Torra aparece como uno de los que estuvo «al lado de los que pedían no celebrarlo» .

Pero si hay algo que el entonces presidente de la Generalitat transmite en su dietario es el absoluto descontrol que se vivió (¿vive?) en el gobierno de coalición de Junts y ERC , que estos días tratan de reeditar ambas formaciones, ya sin Torra al frente y con Aragonès como su sucesor, tras las elecciones autonómicas del 14 de febrero. El resumen -al menos de aquel mes y medio- es que Torra es infalible pues está rodeado de la «magia de la Presidencia», en una especie de reencarnación de Francesc Macià y Lluís Companys, que le lleva a pensar que, más que poder, lo que tiene es una «aureola de alguna cosa propia, fundacional de la nación, ligada a la tierra» . Eso sí, y ERC (Aragonès y Vergés) no da una, claro.

Carga contra Joan Guix, secretario general de Salud Pública, y Fernando Simón, su «homólogo español», dice, pero elogia a Josep Maria Argimon, por ser de los suyos, quien acabaría sustituyendo a Guix. Ridiculiza a Bernat Solé (ERC) , elegido consejero de Exteriores el 20 de marzo para suplir la baja de Alfred Bosch (ERC), por no tener «experiencia internacional» y se enfada con él por hacer una entrevista antes de tomar posesión (digital) del cargo. «Me indigno en el chat del Govern» , escribe Torra, porque Aragonès «se atribuye» en una nota oficial la puesta en marcha de un comité de reactivación industrial. «(Meritxell) Budó -consejera de la Presidencia, portavoz y dirigente de Junts- se pone como una furia. Yo, más ».

Los dardos de indignación del presidente autonómico también se clavan en Ester Capella (ERC), consejera de Justicia. El 28 de marzo: «Nos decimos de todo con la consejera Capella por los presos políticos» . 31 de marzo: discusión con Capella por una filtración, otra vez, sobre los condenados por el 'procés' en el Tribunal Supremo. 13 de abril: «Me cruzo mensajes muy agrios con Ester Capella» . El mismo día que reclama a los consejeros de ERC que «hagan callar» a Gabriel Rufián , que había criticado -por Twitter, claro- a Miquel Buch (Junts) por lo de 1.714.000 mascarillas enviadas por el Gobierno de España a Cataluña. Caos. Torra se enfada también con su equipo más cercano de colaboradores. En especial con Pere Cardús, director de su oficina, que le presenta la dimisión el 9 de abril. No solo no se la aceptó sino que ahora es el jefe de la oficina del expresidente catalán en Gerona.

Me decepciona, Aragonès

El despropósito es total. Contra Aragonès . «Me decepciona el vicepresidente, en todas las reuniones tiene siempre un papel pasivo, ausente, sin intervenir . Normalmente, en cada reunión le acabo preguntando si tiene algo que añadir. No pasa nunca». El 3 de abril le envía «unos mensajes muy duros» por las residencias (cosa de ERC). 11 de abril: «Subimos el tono de los mensajes» (plan de desconfinamiento). 15 de abril: «Me cruzo mensajes muy duros». 20 de abril: «Envío unos mensajes furibundos» (ERC critica a Oriol Mitjà). 25 de abril: «Los mensajes mutan de agrios a desafiantes». Torra p romete una segunda parte: sus últimas horas en el Palacio .

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