La deriva radical del Govern y la DUI tensionan al PDECat
La formación afronta el pulso final al Estado sin un liderazgo claro
Llegó la hora para el PDECat. O, lo que es lo mismo, llegó el momento en que Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) tiene que decidir si está dispuesta a romper la legalidad y el Estado de Derecho, definitivamente, con todas las consecuencias, o intenta reconducir su estrategia. La reivindicación secesionista, en sus diferentes etapas y grados, ha cambiado por completo el panorama político catalán. En la última década, han aparecido Cs y la CUP. El PSC sufre para mostrarse a sus electores en un eje incómodo para la dirección. Ya nadie habla de CiU. La ola populista ha englobado a ICV-EUiA. Y ERC, pese a que las encuestas la sitúan como posible ganadora en unas elecciones, no alcanza la transversalidad necesaria para liderar Cataluña.
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Así, el pleno del lunes decidirá el devenir de la formación que lidera Carles Puigdemont desde el Parlamento de Cataluña y Artur Mas desde el despacho de la sede del partido. Si Puigdemont apuesta por seguir de la mano de la CUP, el PDECat asume romper también con su pasado de partido conservador-liberal, bien visto por la burguesía catalana y negociador en Madrid. En los últimos días se han intensificado las reuniones de dirigentes que no acaban de ver claro que «un proceso revolucionario», como es romper la legalidad en una democracia, sea la mejor opción de cara al futuro, sabiendo, sobre todo, que el Estado sofocará «la rebelión».
Puigdemont no controla el partido pero es el presidente de la Generalitat y, además, no está solo en el PDECat. El equipo de Mas cierra filas a su alrededor para afrontar el último pulso al Gobierno. Pero el partido está dividido. La coordinadora general, Marta Pascal , no es partidaria de romper definitivamente y apuesta por alargar «el proceso constituyente» de la supuesta república catalana. Un riesgo evidente para Puigdemont y la CUP que no quieren dilatar más la proclamación del Estado catalán. Las diferencias, sin embargo, son solo de cómo llevar los tiempos y no de objetivos finales.
Con un partido sin liderazgo claro y con unos cuadros locales con un poder menguante, las opciones más moderadas –pero sin renunciar al independentismo– podrían tener su oportunidad si finalmente el Gobierno aplica el artículo 155 o alguna medida que desactive a Puigdemont. Entre estos estaría Santi Vila, ahora consejero de Empresa y Conocimiento, que mantiene formas clásicas de los convergentes cuando visita Madrid, ya sea para pronunciar una conferencia o para establecer contactos políticos. Es el momento de decidir para el PDECat: seguir de la mano de la CUP, con los riesgos que esto conlleva, tanto en lo político, como en lo jurídico y los temas sociales, o completar el proceso de refundación, tras dejar atrás la marca CDC, y saltar del caballo que manejan los antisistema para intentar ser opción de gobierno tras el restablecimiento del «orden constitucional».
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