Ramon Espadaler - Tribuna Abierta

La decisión del independentismo

«Es curioso que tras proclamar la ruptura de relaciones con la Corona -error colosal-, su primer acto sea precisamente asistir a Tarragona con el Rey Felipe VI»

Desde la constitución del gobierno de Torra, tanto el ejecutivo como su presidente se han movido entre la gesticulación rupturista y el acatamiento de la legalidad, entre unas palabras grandilocuentes y unos hechos que las desmienten. Al gobierno catalán le ha sido necesario acentuar el tono de su discurso para minimizar los efectos negativos que, sobre la parroquia independentista, podrían tener determinadas decisiones gubernamentales.

Por ejemplo: tras un periodo de tensión dialéctica, los grupos parlamentarios que apoyan al gobierno han elegido un presidente libre de causas judiciales, como habían solicitado reiteradamente el Gobierno y otras instancias. Del mismo modo, Torra ha nombrado un Consejo Ejecutivo de personas sin causas judiciales. En esta línea, acabamos de ver como Torra ha acudido, aunque con pirotecnia verbal, a los Juegos Mediterráneos .

Es curioso, pues, que tras proclamar la ruptura de relaciones con la Corona -error colosal-, su primer acto sea precisamente asistir a Tarragona con el Rey Felipe VI . Y tan curioso como ridículo ha sido querer hacerse perdonar su presencia yendo a una manifestación contra el monarca.

Son hechos contradictorios con los gestos y discursos subidos de tono a los que nos ha acostumbrado el gobierno de la Generalitat, una práctica que tiene sus límites y que pronto chocará con la dura realidad. Entonces, el independentismo , en general, y el gobierno catalán, en particular, deberán decidir si siguen el camino de la unilateralidad y de la ruptura que les exige la CUP o el de la moderación, sin renuncias, como parece apuntar alguno de los líderes políticos encarcelados.

Las bases de los partidos tendrán su peso en esta decisión. El mes de julio será políticamente relevante por los congresos, aparte del que hará el PP (trascendente desde otras perspectivas). Por lo visto, hasta ahora, tanto las bases de ERC como las del PDECat son reacias a flexibilizar los ritmos del «procés».

En el caso de ERC, no permitirán a la dirección apartarse de la vía unilateral, como recomendaba Junqueras en un loable ejercicio de realismo y honestidad política. Y las bases difícilmente permitirán al PDECat el camino de la moderación que les facilite recuperar la centralidad perdida, como anhelan unos pocos dirigentes.

El independentismo es rehén de sus palabras. Además, la proximidad de las elecciones municipales tampoco ayuda a relajar ritmos y discursos . Así las cosas, la decisión del independentismo sobre el horizonte y los objetivos de la presente legislatura deberá decantarse antes del verano. Pero ya no podrá seguir gesticulando con una mano y haciendo lo contrario con la otra.

La decisión del independentismo

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