Ángel González Abad - Los martes, toros

Semana de pasión

La Monumental ofrecía el cartel de mayor relumbrón del Domingo de Resurrección de cuantos se celebrarán en una fecha tan taurina en las plazas más importantes.

ABC

Ángel González Abad

Cuentan los viejos aficionados como era la Semana Santa de Ramos a Pascua, más allá del sentimiento religioso, o de forma paralela, cuando Barcelona era la auténtica capital del toreo. Por encima de Madrid en calidad y cantidad de festejos. Una temporada que tenía su primera cita de gala en el domingo de las palmas y esperaba con inusitada pasión las combinaciones de Resurrección y lunes de Pascua.

Una tradición que pasaba de padres a hijos, una ilusión repetida. Con echar un vistazo a la hemeroteca nos encontramos con todas las figuras del toreo puntuales a la cita santa, con las divisas que hicieron historia… De Joselito, Belmonte y el Divino Calvo a Manolete y Arruza. De Mario Cabré a Joaquín Bernadó y Chamaco. De El Viti, Camino, Diego Puerta y El Cordobés a Espartaco.

La Monumental ofrecía el cartel de mayor relumbrón del Domingo de Resurrección de cuantos se celebrarán en una fecha tan taurina en las plazas más importantes. Las fechas de la Semana Santa eran ley entre los aficionados. Cuando Balañá regenteaba además de su Monumental cosos como el de Zaragoza, el cartel de máximas figuras que se ofrecía en la Misericordia el domingo se repetía en Barcelona el lunes de Pascua. Y así temporada a temporada. Llegó el 'seiscientos' y el éxodo vacacional, y los toros en Semana Santa fueron quedando como un compromiso. No solo en la Ciudad Condal, en toda España. Pero aquí se fueron sumando circunstancias ajenas al devenir del propio espectáculo, y cuando la política, la mala política, entra en tu vida…

La ilusión, la pasión y la gloria desaparecieron en la misma medida y proporción inversa al avance de un ataque urdido durante años que enarboló la defensa del toro como excusa de una auténtica y falsa lucha identitaria .

El domingo de Ramos no hubo toros en la Monumental . Las taquillas siguen cerradas ante la Pascua, la plaza cerrada, vacía y en silencio. Un silencio que va más allá de los días de Semana Santa, que viene de tanta sinrazón y que de cara al futuro mantiene una luz de esperanza en los herederos de tantos catalanes que pudieron disfrutar en libertad de aquellas semanas de pasión.

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