Todo irá bien

Claudia

La Farineta es sobre todo Claudia y a ella acudo umbilicalmente y cada día de mi vida tiene una hora en que sólo ella me entiende

Interior de La Farineta ABC
Salvador Sostres

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Muchas mañanas desayuno en La Farineta. Desayunar es el acto más íntimo que hacemos en público. Pesa todavía el sueño, el ritmo más lento de la noche y todo me parece una agresión cuando entro en el bullicioso café, solo o con la niña, pero está Claudia y no tengo que decir nada porque ella lo sabe todo, y como si fuera aún mi sábana o mi sueño, me recibe y me acoge y me quiere con mucho talento y muy pocas palabras, y sin abandonar la tensión, ni dejar de resolverla, del establecimiento en aquella hora concurrida y ajetreada.

Claudia de mis mañanas, Claudia de mi lento empezar el día, contigo podría seguir durmiendo y el mundo giraría sin que yo tuviera que poner mi parte para ayudarlo. La Farineta es un café honesto, los bocadillos son buenos y Maria me dice que los cruasanes también. Pero La Farineta es sobre todo Claudia y a ella acudo umbilicalmente y cada día de mi vida tiene una hora en que sólo ella me entiende. Es tan dulce y modesta que para escribir este artículo he tenido que llamar al café para saber su nombre. Claudia. Cada día te doy las gracias pero quería escribírtelas para que no creyeras que es por pura formalidad o buena educación.

Mucha gente se queja de estar en el paro pero yo he visto a muy pocos tomarse su trabajo tan en serio como Claudia. Muchos negocios se quejan de la crisis pero yo, que soy cliente de prácticamente todas partes, y lo único que hago es escribir y gastar, en pocos sitios me he sentido tan acogido, comprendido y querido como por Claudia. A veces pienso que eres un lujo excesivo para un café y pienso en mandarte a cualquier restaurante importante de la ciudad, para que tu gracia brille con el esplendor que merece, pero cuando enseguida acabas de atenderme te veo tan ocupada trabajando con los demás clientes que me da apuro y no sé cómo decirte, por si te lo tomas mal o piensas que es otra cosa: y eres tan dulce conmigo, y tan maravillosa, que de ninguna manera querría icomodarte ni mucho menos molestarte, y al final decido siempre no arriesgarme.

La vida merece la pena por personas como tú, que todo lo das y sabes darlo tan bellamente. Supongo que es un instinto, porque algo tan perfecto no suele aprenderse. Siempre enérgica, siempre cariñosa, siempre alegre, siempre consciente de la importancia de hacer bien y rápido tu trabajo. Siempre con tu coleta y tu piel perfecta. Me has mirado siempre pensando que no te veo, pero muchas veces te he observado en secreto y podría adivinar los clientes que te caen mejor y peor, aunque a todos nos tratas muy bien. También estoy seguro de saber qué piensas de cada una de tus compañeras: las que que te gustan cómo trabajan y las que das por perdidas porque ya sabes que son un penco, no más que minyones.

Es fácil acostumbrarse a vivir contigo y lo haces todo tan fácil que hasta parece fácil. Pero basta un día que no estás para acordarme de lo que me importas, de lo que dependen de ti mis mañanas. Sin ti el bar es sólo la agresión que parece, sólo ruido, sólo prisa, el despertar brusco como si la vida se me hubiera volteado y viniera a por mí sin poder entender por qué, sin haberle hecho nada. Los días que no estás vuelvo a ser un paria. Obrero de bocadillo en papel de plata, un número, un turno, nadie me quiere, no le importo a nadie y muchas veces entro y salgo y me pongo a vagar sin rumbo cierto por la ciudad.

Puede que alguna vez hayas pensado o sentido que a nadie le importa lo que haces, que nadie nota el afecto, el amor, el esfuerzo que pones en hacerlo. Puede que alguna vez te hayas sentido poco valorada e incluso algo tonta, dándolo todo y con la sensación de que no sirve de nada. Si es así, te pido disculpas por no haber sido hasta hoy más expresivo, pero temía abrumarte y romper el hechizo. Créeme, Claudia, que cada día te he notado, te he sentido y he dado gracias a Dios por haberme concedido el gran premio de haberme permitido coincidir contigo. Si alguna vez te sientes vacía o triste, desolada por la sórdida ingratitud de tu oficio, lee este artículo y recuerda cómo haces cada día más hermosa y posible la vida de los demás.

Conociéndote y no conociéndote, en la cercanía y desde la distancia, las cosas bonitas que pueden decirse de ti son las más bonitas que de alguien pueden decirse. Ya hace tiempo que tenía ganas de escribírtelas todas juntas y seguidas para poderte expresar lentamente, con más tiempo del que tienes en La Farineta, mi más hondo agradecimiento. Contigo es imposible perder la esperanza, Claudia.

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