Cuando trabajar es el milagro

Cáritas Diocesana de Barcelona ha celebrado su primera Feria Ocupacional, dedicada a emplear a personas en situación de vulnerabilidad

Representantes de empresas en una entrevista de la Feria Cáritas

Eila R. Filgueiras

A las ocho y media de la mañana, antes de que los organizadores de la primera Feria de Ocupación de Cáritas de Barcelona lo tuviesen todo montado, ya había una larga cola en la puerta del Casinet de Hostafrancs. Cientos de personas de diversas nacionalidades, currículum en mano, esperaban el pasado jueves a que se abriesen las puertas del local y de su futuro profesional . Para esta primera edición de la feria se inscribieron unas 500 personas en riesgo de exclusión social que vienen a buscar una oportunidad laboral. Los candidatos eligen las empresas participantes con las que se quieren entrevistar, y los responsables de cada compañía o entidad hacen dos rondas de encuentros para poder atender a toda la lista de aspirantes.

«El mercado laboral es impermeable a las personas desfavorecidas», explica a ABC la responsable de inserción laboral de Cáritas Diocesana, Desirée García. En un ambiente árido para el empleo en general, el sector más «periférico» del mercado laboral sufre con mayor rigor la falta de trabajo. «La gente que lleva mucho tiempo desempleada o que nunca ha tenido un trabajo carece de hábitos laborales. Nosotros les aconsejamos en materia de puntualidad, derechos y deberes... y también les proporcionamos uniformes de trabajo y utensilios requeridos por los negocios si ellos no los pueden comprar», comenta. A la feria acudieron trece empresas de ramos como la limpieza o el cuidado de niños y personas mayores. Participaron algunos Centros Especiales de Trabajo como FemCet, que emplea a personas con una discapacidad mínima del 33% ya sea física, sensorial (invidentes o sordos) u orgánica (pacientes que se han sometido a un transplante).

«Ubicamos a estas personas en tareas administrativas, de telefonista y de recepcionista. En sus contratos se contempla una regularidad permitida de visitas al médico, ya que tienen alguna discapacidad. Nuestros psicólogos ayudan a reubicar a los trabajadores según van evolucionando sus capacidades», cuenta a este periódico la secretaria comercial de FemCet, Nuria Echevarría, en su mesa de la Feria.

Las colas para cada una de estas mesas se cruzan en el pabellón del Casinet. Una mujer gallega comenta que con el 74% de discapacidad es muy complicado encontrar trabajo. «Me llamo Marisol, pero no canto. Quitando eso, sé hacer de todo», se publicita con humor y optimismo. Más atrás en la cola, Gnine, una chica joven de Mali, sostiene atada en la espalda a su bebé de cinco meses. Lleva seis años sin trabajo. La saludan unas mujeres africanas que esperan muy alegres en una fila para una empresa de limpieza. Son Janny y Mariana, llegadas en 2011 desde Gambia. «Para nosotras es más difícil encontrar trabajo aquí. La gente solo mira el color», lamentan.

Esta «magia» tiene mucho trabajo detrás, explica Desirée García. Ella ha visto verdaderos milagros. «Hemos ayudado a un hombre que dormía en un parque. Conoció a un chico que le dejó su casa el fin de semana que tenía una entrevista de trabajo. Le dijo que si le contrataban, se podía quedar en el piso. «Consiguió las dos cosas», recuerda emocionada.

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