El cierre de fronteras por el coronavirus pone fin al «chollo francés» del tabaco y la gasolina

La medida anunciada ayer por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha provocado que decenas de franceses no hayan podido comprar tabaco o repostar a un precio muy inferior al que lo hacen en su país

El Gobierno español ha acordado restablecer los controles en las fronteras terrestres EFE / Vídeo: España cierra fronceras y realiza controles en los pasos fronterizos

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El cierre de fronteras por el coronavirus supone un cerrojazo a una actividad económica que ya es más que habitual en el pirineo catalán (y en otros puntos fronterizos españoles), que desde hace muchos años se ha convertido en «el gran estanco» de los franceses del sur . Tanto turistas como ciudadanos galos han aprovechado, sistemáticamente, su paso por la frontera para parar en las tiendas y hacer acopio de cajetillas de tabaco, alcohol o gasolina, debido al bajo gravamen que en España tienen estos productos.

Una actividad que, incluso, se había convertido en rutina en las localidades más cercanas a la frontera entre ambos países. La subida de los precios del tabaco que ejecutó Emmanuel Macron, que aspiraba a elevarlo por encima de los 10 euros en este 2020, y que en 2018 ya subió, tenían un impacto directo en la economía patria.

El tabaco no es el único producto que por su precio es atractivo para nuestros vecinos. La gasolina , como también ocurre en la frontera portuguesa, es otro de los bienes que más se reclama. En ambos países, el precio superaba (antes de la caída propiciada por el coronavirus) el euro con cincuenta en el caso del gasóleo; y el euro con cuarenta en el del diésel. Por contra, en España apenas superaba el euro con treinta el litro de la gasolina, y el diésel se situaba a poco más del euro con veinte céntimos.

La frontera con el País Vasco, otro punto clave

En el País Vasco, en la localidad de Hendaya, por ejemplo, muchos negocios ya sufren los efectos de esta medida . El célebre estanco Tellechea, el que está justo pegado al más célebre aún bar Faisán -epicentro de encuentros inconfesables a lo largo de la turbia historia de la frontera-, está hoy inusualmente vacío, mientras tres dependientas provistas de guantes y mascarillas se resignan al impacto que tendrá el cierre de la frontera en el negocio, según informa Efe.

En el puente de Santiago, el paso urbano más céntrico y transitado, un dispositivo conjunto de Policía Nacional y Guardia Civil, todos con guantes pero no todos con mascarilla, revisa la documentación de los vehículos que se agolpan en el lado francés para cruzar la frontera. El que presenta DNI español o permiso de residencia, adelante. Los franceses, media vuelta .

La medida no solo se aplica a los vehículos. Hay agentes que se centran en parar a aquellos que intentan cruzar a pie el puente. Al mismo tiempo, muchos coches con matrícula francesa y ocupantes españoles guardan la cola, entregan la documentación y logran acceder a Irún. Los franceses despistados son obligados a hacer una maniobra sobre el puente y volver a Francia, apunta Efe.

Humbert, de unos 70 años, es francés, pero logra superar el filtro. Esgrime un documento del Ministerio español de Trabajo en el que certifica que es «pensionista» porque trabajó en España durante 30 años y necesita ir a Irun para «hacer una gestión». « A mí me dejan pasar . Y hay muchos residentes españoles en Francia, muchos que su morada la tienen en Francia y todos los días van a trabajar», comenta en un buen español.

Vitor, un portugués que no ha querido abandonar su rutina de cruzar el puente para comprar tabaco en suelo español, ha visto cómo su plan no ha salido bien. El cierre de la frontera le ha pillado desprevenido y la policía le ha obligado a dar la vuelta. «Me han dicho que no puedo pasar porque no tengo nacionalidad española, pero vivo a 500 metros de aquí, en Hendaya. Venía al estanco a comprar el tabaco, que es más barato, pero no me dejan pasar», cuenta a Efe.

En el caso de Andorra , que ya limitó el cruce de fronteras, el Gobierno aprobó un nuevo decreto para limitar la compra de tabaco y alcohol a los residentes para reducir el tráfico, especialmente por la frontera franco-andorrana.

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