J. F. Yvars: «El arte de hoy es instinto, mera gestualidad»
El crítico recopila sus ensayos y notas sobre arte en «Virutas de color»
J. F. Yvars es un crítico de referencia del arte español cuya mayor presunción es ocultar cuántos años tiene . Alguien nos susurra al oído que leyó su tesis hacia 1961, pero apostar por una edad concreta resulta aventurado: Yvars conserva desde hace décadas la misma imagen. De su eterna barba de perilla nos dice que como hijo de militar con siete años en un internado acostumbraba a afeitarse con navaja y dejarse la cara como un mapa: “Por eso opté por la barba y mi esposa ya me conoció así”. La barba es para Yvars el talismán que acompasa una ejecutoria que juzga gozosa: “Henry James y Marx se quitaron la barba y se murieron al mes y medio”, advierte supersticioso.
La larga andadura de este historiador de arte y director honorario del IVAM daría para unas memorias, pero él las descarta porque “escribir memorias es una ordinariez”. Por eso ha preferido recolectar sus ensayos y artículos publicados en La Vanguardia bajo el título “Virutas de color” (Debolsillo): un compendio de la cultura contemporánea, deudor de sus admirados Ernest Gombrich y Cesare Brandl, que se complementa con textos en los que el crítico traza semblanzas de figuras decisivas del arte y el coleccionismo. Siempre a caballo entre Valencia, Barcelona y Londres, Yvars conoció a Bernard Berenson, Isaiah Berlin o Karl Popper y compartió cursos con Martin Walser o Agnes Heller, entre muchos otros intelectuales.
Un caudal crítico que mana de un montón de libretas que Yvars exhibe con orgullo: “Siempre he escrito a mano para que invencibles mecanógrafas se jugaran la vista para interpretar mi caligrafía”. Frases con subordinadas cual campo minado para quien intente cercenarlas, ironiza el articulista: “Uno no dice las cosas como las piensa, las elabora mediante un estilo. Si quitas un adjetivo, baila un párrafo y acaba bailando todo el texto”. De los mitos de la cultura siempre se le indigestó “la fantasía de Winkerman sobre el arte griego” y la presunta grandeza de Oriente. “Toda la cultura occidental ha vivido de la tradición, pero hoy todo el mundo hace lo que le viene en gana: arte instintivo, puro gesto… Vivimos en la cultura de la sospecha”, concluye.