Wilco, intrépidos exploradores de sí mismos en el Poble Espanyol

La banda de Chicago estrenó en Barcelona el reciente 'Cruel Country' y celebró su esplendoroso pasado con numerosas citas a 'Yankee Hotel Foxtrot' y 'Being There'

Jeff Tweedy, cantante de Wilco, durante su actuación en el Poble Espanyol Efe

David Morán

Hubo un momento, allá en el despuntar del siglo XXI, en el que Wilco era una de las bandas más excitantes del rock americano. Atrevidos y desafiantes, viajaban de Television a Hank Williams y del krautrock a Big Star como quien cambia de peinado. Sintonizaban como nadie el rock del futuro y lograban condensarlo en laberínticos y fabulosos discos sobrados de canciones e inventiva. Solo entre 1996 y 2004 firmaron cuatro obras maestras del tirón, discos que, aún hoy, siguen sentando las bases y el esqueleto de sus directos. Porque después de la exuberancia de 'Being There' y 'Summerteeth', después de las raíces y antenas de 'Yankee Hotel Foxtrot' y 'A Ghost Is Born', los de Chicago se bajaron del carro de la revolución permanente y se echaron una merecida siesta. Tampoco iba a ser todo innovar y voltear la música popular cada par de años. O quizá sí porque, ¿acaso hay algo más revolucionario y comercialmente suicida que firmar un disco doble de puro country en pleno 2022?

La duda, si es que alguien la arrastraba aún, se despejó anoche en el Poble Espanyol: siete temas del reciente 'Cruel Country', una quincena larga de clásicos acorazados y silencio casi sepulcral (la tierna 'You And I', dedicada al público, y poco más) sobre el periodo 2007-2019. Normal. Sus mejores canciones, obligaciones promocionales al margen, siguen estando en esa tetralogía mágica, crisol de folk, rock de vanguardia, pop sesentero y country alternativo. También ahí viven la mayoría de sus seguidores, una mezcla de nostálgicos de la treintena, columnistas intensitos y gente que, por lo general, necesita ya las dos manos para contar el número de veces que los ha visto en directo -en casa, si les interesa, vamos ya por la décima-.

Y si la gente vuelve, más allá del vínculo emocional que pueda establecerse con las canciones o de esa fidelidad que generalmente empieza a agrietarse después de unos cuantos años, es porque a estas alturas es francamente complicado que un concierto de Wilco decepcione. Incluso con la baja de Nels Cline, guitarrista virtuoso y pirotécnico al que el covid dejó en tierra en el inicio de la gira española, los de Jeff Tweedy siguen siendo una estupendísima y fiable banda de directo. Si a principios de siglo su refugio era el estudio, laboratorio en el que experimentaban con nuevas y excitantes fórmulas, ahora su razón de ser es el escenario. Es ahí donde, intrépidos exploradores de sí mismos, siguen ofreciendo su mejor cara mientras alternan acústicas y eléctricas y refuerzan el peso de los teclados con mullidos colchones de piano y órgano.

Así, otoñales o volcánicos, reposados o seducidos por el ímpetu eléctrico de las guitarras, los de Chicago entienden como casi nadie la naturaleza del directo. Máxime ahora que, aunque parezca increíble, llevaban diez años sin actuar en la ciudad. Como muestra, ese arrollador y despeinante final en el que encadenaron, casi sin pararse a respirar, 'I Got You (At the End of the Century)', 'Monday' y 'Outtasite (Outta Mind)'. Puro gozo rockero que convalida la verbena de San Juan y vale por un par sacas de petardos.

Antes de eso, Tweddy y los suyos celebraron de tapadillo el 20 aniversario de 'Yankee Hotel Foxtrot'   (espléndidas, como siempre, 'I am Trying To Break Your Heart' y 'Jesus etc'; memorable 'Poor Places'), rescataron himnos añejos como 'Sunken Treasure' y 'How to Fight Loneliness', y deshojaron la margarita de 'Cruel Country' con la balsámica lucidez de 'Hearts Hard To Find' y 'Story To Tell'. Lo justo para reivindicar presente sin desequilibrar el repertorio.

La guitarra de Cline se echó de menos en 'Hummingbird' pero, cosa extraña, no tanto en 'At Least That's What You Said', cima de los Wilco más explosivos y rugosos, todo chisporroteo de guitarras y esquirlas metálicas, que en Barcelona sonó justo cuando el sol empezaba a batirse en retirada. Momento simbólico, pura épica de bolsillo, para una banda que es todo repertorio, pericia y pasado glorioso. Visto lo visto, poco más se puede pedir.

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