Verdi pintarrajeado
En la recta final de su temporada la OBC apostó por el inmenso «Requiem» verdiano
En la recta final de su temporada la OBC apostó por el inmenso «Requiem» verdiano contando con un amplio dispositivo coral integrado por el Orfeó Català y su Cor Jove, ambos en una gran noche, con un canto inspirado y matizado al detalle. A la orquesta y a los solistas se unía un «mapping» proyectado en las paredes de la sala que pretendía ilustrar esta obra maestra de la historia de la música. Se trata de una coproducción con la Sinfónica de Castilla y León y la de las Islas Baleares que, en su estreno en Barcelona, consiguió un evidente triunfo de público. Pero el concepto también tiene mucho de hortera y hasta de falta de respeto: es como montar una «performance» en El Fossar de les Moreres. ¡Que es una fosa común! Y esto, el «Requiem», ¡es una misa de muertos! No hace falta un tercer nivel de lectura que te guíe las emociones. (Más todavía si las imágenes son francamente discutibles por su nivel estético y creatividad).
La idea es genial para otro tipo de música, pero en esta hay un texto que se canta, con su significado, muy profundo para el que cree y también para el agnóstico. Después está esa otra profundidad, abismal, que emana de la partitura de Verdi, absolutamente gloriosa. No hace falta más. El «mapping» que pinta la música es adecuado para el repertorio instrumental sin ningún programa.
En todo caso, además de reconocer que gran parte del público quedó encantado con la novedad, hay que agradecer la suave iluminación y el juego de focos en cada entrada de solistas y coro: las «candle lights», a las que obligaban las proyecciones, funcionaron muy bien al crear una atmósfera íntima y también de espectáculo, y ojalá se adapte para otros conciertos con o sin proyecciones. Musicalmente, el resultado fue irregular; los desencuentros en el «Lux aeterna» y los despistes en el «Agnus Dei» pasaron factura. Con poderío, Carmen Solís pudo con su pesada parte, llegando mucho mejor a los agudos que a los graves; Ana Ibarra le sacó punta a los pianísimos y Michele Pertusi impactó con su voz potente y redonda. El tenor Bruno Ribeiro, en cambio, hizo peligrar el resultado global con sus desafinaciones, fraseo destemplado y frustrantes agudos.
«Messa da Requiem». Música: G. Verdi. Intérpretes: C. Solís, A. Ibarra, B. Ribeiro, M. Pertusi, Orfeó Català, Cor Jove de l’Orfeó Català, OBC. Dir. musical: K. Ono, L’Auditori, Barcelona. 19 de mayo de 2017