Valentí Puig: «Pla es el autor catalán más leído de España»
El escritor publica el dietario «La bellesa del temps» y el libro de poemas «Oratges de la memòria»
Para Valentí Puig (Palma, 1949) «escribir es como pisar la playa idónea después del riesgo de naufragio». En 2017, el autor mallorquín ha publicado una novela, «El bar de l’AVE», y un libro de conversaciones con Ignacio Peyró; ha añadido un quinto volumen a sus dietarios con «La bellesa del temps» y presenta el poemario «Oratges de la memòria». Reedita, en edición de bolsillo, su imprescindible «Diccionario Pla de Literatura» (Proa en catalán/Austral en castellano): «Pla es el autor catalán más leído en España», advierte. Por si fuera poco, cuando acabe el año, Puig dará a la imprenta un breve ensayo sobre Baroja .
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Poco amigo de la vida literaria, Puig se vuelca en una obra única por su consistencia intelectual y diversidad de géneros. «La novela es una corriente que te lleva y el poema un coágulo de vida; el mayor placer de la novela es la creación de personajes», apunta. El dietario lo considera «un cajón de sastre, un cuaderno de pruebas». Datados entre 1990 y 1993, cuando fue corresponsal de ABC en Londres , en los dietarios «La bellesa del temps» palpita una de las mejores épocas del autor. «Eran años en que uno podía vivir de la crítica de libros, ser corresponsal fue como hacer seis másteres seguidos».
Ideología y empirismo
Reencontramos a un Valentí Puig de cuarenta años, que acaba de casarse y vive en directo el Annnus Horribilis de la reina Isabel II, o las elecciones que Clinton gana a Bush con Ross Perot menguando el voto republicano: «La muerte de Diana Spencer globalizó el emocionalismo», señala. Entre las herencias de aquellos años, la progresiva degradación del sistema educativo público y los prejuicios británicos hacia la Unión Europea que han culminado en el Brexit. De la política inglesa, Puig alaba su apego a la realidad: «Más que la ideología, aplican el empirismo, algo que deberíamos adoptar es este país». También aprendió que el «hiperactivismo de los partidarios de referéndums y democracia participativa es engañoso» . A diferencia de lo que profetizó Fukuyama, «la Historia no tiene fin y si acaba, suele acabar mal. La democracia no es un paraíso, pero permite aplicar el método de la prueba y el error», concluye.