El Teatre Lliure prescinde de clásicos y nombres consagrados en su temporada más arriesgada

Juan Carlos Martel apuesta en su estreno por el talento joven y las voces poco conocidas

El director del Teatre Lliure, Juan Carlos Martel Efe

D. Morán

Sin peajes ni apenas herencias y con una clara voluntad de buscar nuevos públicos, celebrar la diversidad tanto en el escenario como en la platea y dar voz a los creadores jóvenes. Así será la primera temporada de Juan Carlos Martel, sustituto del Lluís Pasqual, como director del Teatre Lliure. «No es una ruptura con lo que ha sido el teatro hasta ahora, sino que nos gusta vernos como un árbol: bien enraizados pero con muchas ramas y nuevos frutos artísticos», destacó ayer Martel durante la presentación de un primer semestre de actividad que, como toda la temporada, quiere ser inclusiva «en todos los aspectos posibles», ya sea en la edad, el género o la accesibilidad.

El programa, en cualquier caso, bordea la revolución: pocas caras conocidas, apuesta por la juventud como valor absoluto y una mirada colectiva a la hora de concebir los espectáculos. Ni rastro, pues, de grandes clásicos ni actores de primera. En este nuevo Lliure el protagonismo se lo repartirán compañías internacionales como la chilena La Re-Sentida y la holandesa Theater Artemis y estrenos como “Casting Giulietta, pieza que el propio Martel dirigirá junto a Marc Artigau y en la que un grupo de mujeres de más de ochenta años hablan del amor y la soledad desde la experiencia y la memoria.

Radical libre

La obra, que podrá verse en julio en el marco del Grec, es también uno de los tres espectáculos ya cerrados por la anterior dirección: «Falaise», de Baró d’evel, y «Abans que es faci fosc», de Pep Pla, completan una herencia tras la que, ahora sí, el Lliure se reivindica como radical libre con montajes como «This Is Real Love», del colectivo VV.AA o las residencias de la compañía Mos maiorum y de la creadora Carla Rovira. La compañía barcelonesa La Ruta 40 se encargará de programar el Espai Lliure, donde podrán verse «Cúbit» y «Reiseführer» así como «In Wonderland», de Alícia Gorina, «It don’t worry, me», de Atresbandes, y «Tierras del sud», de Laida Azkona y Txalo Toloza.

También La Calórica, compañía nacida en el Institut del Teatre, celebrará en el Lliure de Gràcia su primera década de vida con la recuperación de «Feísima enfermedad y muy triste muerte de Isabel I». «Queremos mantener el público que tenemos y atraer al que no tenemos, por eso hemos hecho una programación atractiva y hemos trabajado a fondo la política de precios y horarios», apuntó Martel. Con todo, el director del Lliure es consciente de que el este vuelco programático «tiene sus riesgos» y puede generar una «huida de público». Máxime teniendo en cuenta que el teatro parte de unas partimos cifras de ocupación muy altas, con 85,75% en 2018.

A la espera de que durante el segundo semestre asomen nombres más conocidos como los de Carlota Subirós, Carol Lòpez y Julio Manrique, el equipo de Martel apuesta por propuestas escénicas extremas como la performance con barro del francés Olivier de Sagazan, la partida de djambi ideada por Marc Villanueva Mir o la acumulación de residuos reales y virtuales que la belga Sarah Vanhee ha acumulado durante un año.

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