Schubert sobrevive al coronavirus en Vilabertran
Aun con la reducción de los aforos y los problemas en los desplazamientos, este festival inaugura este miércoles su vigesimoctava edición
«La Schubertíada de este año ha sufrido modificaciones mínimas respecto a la planificación inicial, pese al Covid-19». Jordi Roch, presidente de la Asociación Franz Schubert y alma mater de la Schubertíada de Vilabertran, asegura que aun con la reducción de los aforos y los problemas en los desplazamientos, este festival que hoy inaugura su vigesimoctava edición se lleva a cabo con razonable normalidad. El cartel se anunció el pasado mes de junio y, aunque la evolución de la pandemia ha obligado a algún retoque, las líneas generales se mantienen intactas. Eso sí, con todos los protocolos requeridos para minimizar el riesgo de contagio entre los asistentes.
La Schubertíada se distingue sobre todo por la programación de Lied, pero este año se ha acentuado la apuesta de las últimas ediciones por la música de cámara, otro género que el compositor vienés cultivó con esmero. Este leve giro se ha dado, según Roch, gracias a la proliferación de formaciones nacionales, especialmente cuartetos, que han alcanzado renombre internacional. Así, los cuartetos Casals, Cosmos, Gerhard y Quiroga tendrán un especial protagonismo. «La Schubertíada siempre a programado cuartetos de cuerda, pero en estas circunstancias estamos casi obligados a programar más cada año», asegura.
Al lado de la música de cámara, grandes voces del panorama liederístico desgranarán las melodías de Schubert y sus contemporáneos. El barítono Florian Boesch interpretará junto al pianista Malcom Martineau uno de los grandes ciclos schubertianos, «Die schöne Müllerin» (día 20), mientras que el joven Andrè Schuen, que debutó en la pasada edición, vuelve con un muestrario de obras de Schubert y Mahler (día 22). Otro de los platos fuertes será el mítico «Winterreise» interpretado por la soprano Juliane Banse y Wolfram Rieger (día 21). No es el despliegue de grandes voces de otras ediciones, pero se trata de una propuesta meritoria vistas las dificultades en los desplazamientos y la organización de cualquier evento de este tipo. Además, la Schubertiada ha hecho una apuesta por mantener la presencialidad de sus conciertos, en lugar de recurrir a la retransmisión por internet.
Mención aparte merece la cita el barítono Matthias Goerne, que tiene una relación especial con el festival desde hace décadas. Roch asegura que el cantante le prometió que iría «aunque tuviese que coger una tartana». Actúa el 27 de agosto, interpretando Beethoven y Schubert en dos sesiones consecutivas para dar cabida al máximo de público posible. No ha necesitado coger ningún carromato: finalmente, convenció a unos amigos que tienen avioneta propia para que lo trajeran.