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Aro Sáinz de la Maza: «Nos estamos asilvestrando a pasos agigantados»

El autor barcelonés retoma la saga protagonizada por el inspector de los Mossos Milo Malart en «Dócil»

Sáinz de la Maza, en una imagen promocional ABC

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A Milo Malart, descreído y malcarado inspector de los Mossos d’Esquadra, le conocimos en «El asesino de La Pedrera» (o «El verdugo de Gaudí», según el título de su nueva edición) siguiendo los pasos de un psicópata obsesionado con el genio modernista y resolviendo con sus tripas e intuición unos crímenes de atrocidad creciente. Un estreno sin duda prometedor para lo que Aro Sáinz de la Maza (Barcelona, 1959) concibió originalmente como una tetralogía ligada a los cuatro elementos y que llega ahora a su tercera entrega, la de la tierra, con «Dócil» (Destino). «Prefiero equivocarme antes que repetirme, así que me vi en la obligación de cambiar el registro», avanza el autor barcelonés sobre un título que, siete años después de su debut, presenta a un Milo Malart irreconocible y aparentemente amansado.

Ahí lo tienen, todo corazón, devorando libros de autoayuda, dando las gracias y, recién llegado de unas vacaciones forzosas, comportándose con sus compañeros como un oso amoroso con la glucosa por las nubes. «No, no hay personajes de novela que se dediquen a abrazar a sus colegas», bromea Sáinz de la Maza.

Tan súbito cambio, aclara, no es fruto de un capricho narrativo, sino que tiene que ver con la trama y también con una Barcelona tocada y herida tras los atentados de agosto del 2017. «Está raro, no está fino, como él dice, por eso es el único cuyo perfil ha cambiado. Justo lo contrario de lo que pasaba en la anterior, en la que todos habían evolucionado menos él. Y Barcelona es otro de los ingredientes que sumergen a Milo en una sensación de irrealidad. Los dos, él y la ciudad, tienen sus rincones oscuros», explica. Será en esa ciudad de cicatrices abiertas y calles en permanente estado de ebullición en la que Malart deberá enfrentarse a un nuevo caso sin móvil aparente, síntoma evidente de lo que Sáinz de la Maza considera la banalización e «imbecilidad» de los tiempos que corren.

Banalización

En el guion, una matanza atroz en una casa del Pueblo Seco, una familia brutalmente asesinada y un único superviviente. ¿Víctima? ¿Verdugo? A ello deberá encontrar respuesta Milo mientras se interroga sobre «la deshumanización progresiva que vive en la sociedad»; la misma que, añade su creador, «es capaz de banalizar la vida hasta el punto de cometer un acto tan salvaje». «Nos estamos asilvestrando a pasos agigantados», constata. De ahí que, añade, tampoco sea casual la presencia de personajes adolescentes en «Dócil». «Me preocupa la huella que toda esta banalización va a dejar en nuestros jóvenes, en los que vienen por detrás», añade.

Embarcado ya en la cuarta novela del ciclo, la del agua, Sáinz de la Maza ha empezado a mirar más allá de la idea original para plantearse ya una serie de largo recorrido. Todo un alivio después de cuatro libros en los que los crímenes estaban condicionados por los cuatro elementos. «Tengo ganas ya de empezar a utilizar armas convencionales», bromea este férreo defensor del género. «Creo que el 98 por ciento de mis lecturas son novela negra. Primero por deber y luego por placer. Necesito saber qué hacen en otros lugares. Además, la novela negra no solo refleja la problemática social, sino que además es la mejor novela de viajes que existe. Si quieres conocer una sociedad, leyendo novela negra lo logras», señala.

Aro Saínz de la Maza participa el jueves, 6, en la mesa redonda Can Monstre junto a Ferran Varela, Ricard Ruiz Garzón y Aro Sáinz de la Maza.

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