Pilar Eyre: «Barcelona respiró franquismo por todos sus poros»

La escritora recrea la ciudad burguesa de posguerra en «Un perfecto caballero»

Pilar Eyre, fotografiada en Barcelona Carlos Ruiz

Sergi Doria

La Barcelona de posguerra es un arcano en la memoria de los barceloneses. «Parece que no ha existido o que ha sido ocultada», advierte Pilar Eyre. En «Un perfecto caballero» (Planeta), la periodista y escritora hilvana hechos vividos en una trama novelesca .

La figura del padre, Vicente Eyre, falangista que sobrevivió a dos penas de muerte en la guerra civil y prefirió dedicarse a la pintura que al trapicheo estraperlista. O la propia Pilar Eyre, niña prodigio con «gafas achinadas de cristales muy gordos» que escribía versos. O la llegada del buque Semíramis en 1954 con los cautivos de la División Azul que regresaban de la URSS: «Mi madre nos dijo que estuviéramos delante de la radio porque daban los nombres de los supervivientes, a ver si en la lista estaba nuestro tío. Fue emocionante escuchar la lista en orden alfabético, pero no escuchamos el apellido Estrada».

La burguesía catalana ganaba dinero a la sombra del Régimen. Mauricio Casasnovas, empresario textil sabadellense, se enamora de una de sus obreras, murciana represaliada con el marido en la Modelo y le pone un piso. En torno a esa historia de amor imposible pululan personajes reales como Carlos Sentís, Juan Antonio Samaranch, el escultor Clarà, Madronita Andreu, el actor Alberto Closas, los Carulla -que prosperaron vendiendo su sopicaldo a Auxilio Social-, Carmen Franco Polo -a quien se atribuía un romance con un empresario catalán- y la mítica demi mondaine Carmen Broto, ligada al turbulento Julio Muñoz Ramonet y asesinada en la calle Legalidad: «Mis padres salían cada noche y decían que era más vistosa que guapa: tenía la nariz muy grande», recuerda Eyre.

Un tiempo de silencio o silenciado por la historia oficial nacionalista en el que nadie hablaba de la guerra civil: cuando el monasterio de Montserrat, que hogaño dedica misas a los líderes independentistas, recibía al entonces Caudillo bajo palio. «Barcelona respiró franquismo por todos sus poros... Mucha gente ingenua cree que Franco estuvo 40 años en el poder con los catalanes en contra», ironiza Eyre. En el dramatis personae, amigos y miembros de la familia Eyre con nombre cambiado. «Se van a enfadar cuando se vean reflejados en la novela», apostilla.

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