La mala suerte de 'La dama de picas'

Ya es casualidad que una ópera sobre el juego de cartas reparta tan mala suerte

La presente producción de 'La dama de picas' en el Liceo pasará seguramente a la historia como una de las más accidentadas del teatro barcelonés Antoni Bofill

Pep Gorgori

La presente producción de 'La dama de picas' en el Liceo pasará seguramente a la historia como una de las más accidentadas del teatro barcelonés. La lista de cambios de cantantes casi supera a la lista del propio reparto, hasta tal punto que ninguno de los tres papeles principales (la Condesa, Lisa, Hermann) ha acabado encarnado por los cantantes previstos inicialmente. A Radvanovsky se le murió la madre -le mandamos desde aquí nuestro pésame-, lo que estuvo haciendo bailar la agenda durante todas las Navidades, hasta que definitivamente canceló para sobrellevar el duelo con la necesaria calma. Uno de los tenores que tenía que hacer de Hermann canceló también, aduciendo problemas de salud. La veterana Dolora Zajick también renunció a desplazarse a Barcelona ante «las dificultades de viajar en estos momentos de emergencia sanitaria». Los ensayos y el estreno tuvieron lugar en plena expansión de la variante ómicron, con lo que el coro y la orquesta quedaron también diezmados y hubo que tirar de refuerzos.

Por si todo esto fuera poco, el día de la función que es objeto de esta crítica un caso de Covid obligó a tomar una medida del todo inusual. El rol de Surin lo asumió el asistente de la dirección de escena Albert Estany, que no es cantante, mientras la parte musical la asumía un miembro del coro del teatro, Dimitar Darlev, desde un atril situado a un lado de la boca del escenario. Ya es casualidad que una ópera sobre el juego de cartas reparta tan mala suerte.

Y, pese a todo, el espectáculo funciona. La producción que Deflo ideó ya hace décadas sigue causando impresión entre el público, sobre todo en aquellas personas que no la han visto previamente. Un montaje bello, clásico y espectacular que tiene como punto débil el hecho de ser demasiado abierto por los costados y por detrás, de modo que no ayuda a los cantantes en la proyección de la voz.

Lianna Haroutounian cantó una bella Lisa, con momentos verdaderamente emotivos. En su primera visita al Liceo dejó con ganas de escucharla cantar más veces. Lo mismo se aplica a la Condesa de Elena Zaremba, que defendió su aria con absoluta solvencia. A su lado, Oniani fue un Hermann correcto, algunas veces superado por la orquesta, pero con un buen dominio del personaje.

Lo más preocupante fue, sin duda, el coro. La escenografía, como decíamos, no ayuda. Las mascarillas tampoco. Pero el hecho de que en la primera escena prácticamente ni se escuchase, ahogado por la orquesta, hace pensar que el día en que caigan las mascarillas podríamos llevarnos una sorpresa. Esperemos que no sea así.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación