L'Auditori aprovecha la crisis de la covid para renovarse

El centro barcelonés apuesta por la nueva creación para encontrar su voz en el panorama musical

Los compositores Thomas Adès y Cassandra Miller serán los invitados de la temporada

La OBC estrena este año sello discográfico propio May Zircus

Pep Gorgori

«Escribir una obra musical no sirve de nada; escuchar una obra musical no sirve de nada; tocar una obra musical no sirve de nada; nuestro oido está ahora en condiciones excelentes». Esta cita del compositor John Cage abre el programa de L'Auditori de Barcelona para la próxima temporada. Se trata de la primera en la que Robert Brufau, nombrado director general de la institución en diciembre de 2018, puede incidir totalmente, y con ella ha querido poner de manifiesto que el equipamiento quiere ser «referente en terreno del pensamiento musical de los siglos XX y XXI» . La cita de Cage, pues, «es una declaración de intenciones».

Ello no quiere decir que se renuncie a los clásicos, que seguirán estando tan presentes como hasta ahora. Lo mismo puede decirse de los solistas y orquestas nacionales e internacionales. Habrá un festival Mozart en verano y una nutrida programación dedicada al cuarteto de cuerda, pero si hay que poner el acento en algo, L'Auditori apuesta por dejar de lado lo previsible para centrarse en la nueva creación.

«Creación», como concepto, es precisamente el eje de la primera temporada de esta nueva etapa que se quiere emprender. «Creación divina, creación humana, y el concepto de autoría» estarán sobre la mesa, según Brufau, para «abrazar la modernidad, que entendemos que es lo que nos pertoca como equipamiento público, ya que debemos complementar la oferta que hay en la ciudad con propuestas diferentes». En sucesivas temporadas, amor y muerte completaran un tríptico temático con el que el equipamiento espera encontrar, dos décadas después de su inauguración, su voz propia en el panorama musical de la capital catalana.

Los compositores Thomas Adès y Cassandra Miller serán los invitados de la temporada. Según Brufau, la elección de estos dos nombres responde a la voluntad de buscar la variedad. Por una parte, Adès es un artista consagrado a nivel mundial «al que no se ha presentado suficientemente en Barcelona». Por contra, Miller es una joven creadora que invita al descubrimiento. Pero, ¿y los creadores locales? También tendrán su espacio, y no será precisamente un rincón. El responsable de L'Auditori señala que se ha querido huir de la tendencia a celebrar solamente efemérides «cuando toca», y hacer que impregnen toda la programación: «Reivindicamos el patrimonio por su valor y punto», asegura. Aún así, la temporada 20-21 corrige la dejadez con la que hasta ahora se ha venido tratando en la ciudad a Robert Gerhard, al incluir hasta siete conciertos con algunas de sus piezas más representativas. A su lado, autores demasiado olvidados como Carles Baguer y Joan Manén, entre muchos otros, y creadores actuales como Raquel García-Tomàs y Bernat Vivancos.

Otra novedad destacada de la temporada es la creación de un coro estable vinculado a la institución. Desde hace años, el sector reclama que la tradición y la potencial del movimiento coral en Cataluña se vea reflejado desde las instituciones y que haya una apuesta clara por la profesionalización. El Coro de L'Auditori empezará participando en cuatro conciertos, y su director será Xavier Pastrana, hasta ahora vinculado a uno de los coros que más prestigio ha logrado en los últimos años, Ensemble O vos omnes.

En previsión de que el covid-19 vuelva a causar problemas, además de toda la oferta presencial, L'Auditori ha preparado una programación de cuarenta conciertos en streaming. «Teníamos esta idea ya en marcha, entre los objetivos de digitalización, la presencia de más mujeres en la programación y acercarnos a un público más joven, y la pandemia nos ha dado la oportunidad de acelerar algunos de estos proyectos», cuenta el director general.

El plan B

Estas retransmisiones buscan, por una parte, «mantener la cita, el ritual de los conciertos», pero, por otra, «ofrecen contenidos y experiencias diferentes a las que se pueden tener en la sala, ya que permiten incluir entrevistas o puntos de vista que no se tienen desde el patio de butacas». Son, pues, una opción complementaria a la asistencia a un concierto, y no se plantean como simple alternativa. Además, se creará un sello discográfico propio con el que dar mayor difusión a las grabaciones de la Orquesta Sinfónica de Barcelona (OBC).

Por lo que respecta a los contenidos digitales, se hará hincapié en «obras encargadas por L'Auditori y la OBC, así como en la recuperación de patrimonio». Durante el confinamiento, los conciertos retransmitidos en streaming por L'Auditori han alcanzado entre 50.000 y 75.000 espectadores, cifras inauditas hasta la fecha y que se busca consolidar.

FInalmente, para superar posibles reticencias del público, los abonos que se reserven ahora no se tendrán que pagar hasta septiembre, y entonces se dará la opción de modificarlos a última hora, antes de efectuar el pago, en una línea muy similar a la que ya anunció el Palau de la Música hace unas semanas.

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