Use Lahoz: «Jauja es una palabra asociada a la infancia»
El barcelonés narra el retorno de una actriz de renombre a sus humildes raíces rurales
Desde «Los Baldrich», novela a la que siguieron «La estación perdida» y «Los buenos amigos», Use Lahoz (Barcelona, 1976) ha rastreado crónicas familiares . En «Jauja» (Destino) que él presenta como una historia sobre el perdón, una actriz que acaba de representar «El jardín de los cerezos» de Chéjov se encuentra con un hombre que le informa de la muerte de su padre. La noticia motiva el viaje a su pueblo natal y rescata una infancia en un paupérrimo entorno rural: es la catarsis del origen.
La idea de «Jauja» -«una palabra asociada a la infancia»- surgió hace veinte años después de ver a Anna Lizaran encarnar a Liuba Andreievna en «El jardín de los cerezos»: «Aquel primer contacto con Chéjov me impactó como la película “Tío Vania en la calle 42” de Malle», explica Lahoz. Que la protagonista sea actriz refleja la necesidad del ser humano de representarse : «Antes de escritor fui actor; mis novelas no son una venganza sino un ajuste de cuentas con ese pasado».
«A los personajes chejovianos es más importante lo que les pasa que lo que dicen y en esta novela la protagonista y su padre son árboles que desvelan sus raíces», añade. Las raíces de la actriz protagonista, se sitúan en Valdecádiar, topónimo del Aragón profundo que ya apareció en «La estación perdida». «En ese lugar poco hospitalario, descubrirá que la fama y el dinero no son lo más importante en la vida», apunta Lahoz..
El autor de «Jauja» lo confía todo al estilo. «No se trata de contar una historia similar a muchas otras, sino de cómo la cuentas . En este caso, un realismo con toque impresionistas como dibuja Chéjov a sus personajes».
El mundo rural , subraya Lahoz, asoma en toda su obra: «Todas las ciudades se parecen, pero todos los pueblos son diferentes. Valdecádiar congrega formas de vidas ancestrales, desigualdad e instinto de supervivencia».
Al leer «Jauja» vamos a reencontrar palabras y expresiones ajenas al mundo urbano que nos hacen pensar en la «Intemperie» de Jesús Carrasco. «El realismo no morirá nunca y me remito al éxito de Almudena Grandes o Fernando Aramburu. Yo soy de la escuela de Marsé y Pisón», concluye Lahoz.