Gijs van Hensbergen: «Gaudí es el mejor ingeniero de la Historia»

El historiador conmemora el 90 aniversario de la muerte del arquitecto con «La Sagrada Familia»

Gijs van Hensbergen, en una imagen reciente ABC

SERGI DORIA

En el noventa aniversario de la muerte de Gaudí la finalización de la Sagrada Familia ya no es una incógnita: 2026. La pregunta es otra, apunta Gijs van Hensbergen: «¿Qué pasará cuando el Templo sea ya un lugar de peregrinación y se multipliquen sus visitantes? ¿Cómo compatibilizar el turismo con la intimidad de la pregaria?» Este historiador del arte holandés afincado en Oxford, abre su estudio «La Sagrada Familia» (Plaza & Janés) con una declaración terminante: «Gaudí es quizá el arquitecto más profundamente malinterpretado».

Más allá de las guías turísticas, añade, «quienes contemplan su obra se quedan con una versión hippy del hombre que fue el mejor ingeniero de la Historia… Gaudí conjugó lo medieval con lo vanguardista: los arquitectos contemporáneos no han inventado nada; reproducen técnicas que ya anticipó Gaudí». Biógrafo del arquitecto e hispanista, Hensbergen une el nombre de Gaudí con los de Verdaguer y Dalí: «Son claves para entender la cultura catalana del siglo XX».

El principal mérito de Gaudí radica en la accesibilidad de su belleza: «Lo que le hace genial es la capacidad de aunar la inventiva más auténtica y revolucionaria con la sencillez e ingenuidad del arte popular», subraya el historiador. Una accesibilidad que le llevó a ser etiquetado de kitsch: «Hay kitsch bueno y malo, pero Gaudí aporta un toque personal que le aleja del kitsch. La Sagrada Familia no es kitsch, sus imitadores sí lo son », matiza Hensbergen. Cuando Gaudí fue atropellado por el tranvía ya había sido «atropellado» por quienes lo consideraban arcaico –Picasso, Orwell, Brenan–, el International Style arquitectónico y el neoclasicismo noucentista.

A la carencia de recursos para la prosecución del Templo Expiatorio se añadió el atroz verano del 36 cuando los anarquistas destruyeron maquetas y masacraron a una docena de sus amigos y colaboradores. El «paraíso terrenal de Gaudí» ha culminado a lo largo de 120 azarosos años con aportaciones como la luminosidad colorista de Etsuro Sotoo y la fúnebre grisura de las figuras de Subirachs: «Así, con diversos estilos, crecieron las catedrales», puntualiza Hensbergen: «Subirachs es solo un retazo años sesenta, su fachada de la Pasión concuerda con la que imaginó Gaudí: dura, pelada, como hecha con huesos».

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