El gigante perdido del Cretáceo llega a Barcelona
El Museo Blau expone una réplica del Spinosaurus, el «depredador más grande que vivió en la tierra»
El emblemático esqueleto de la ballena que preside el Museu Blau de Barcelona tiene desde hoy un nuevo compañero. Y no uno cualquiera: se trata de una del réplica del primer dinosaurio nadador y el más grande de entre los carnívoros, el «Spinosaurus». Un coloso de 6,8 toneladas de peso y 15 metros de longitud cuyas medidas consiguieron superar a las del todopoderoso Tyranosaurus Rex y que lo conviertieron en «el más grande depredador que vivió en la tierra», según el conservador de paleontología del museo, Vicent Vicedo.
El «Spinosaurus» recala ahora en Barcelona dentro de la exposición temporal «Spinosaurus: el gegant perdut del cretaci» organizada por la National Geographic Society de Washington (Estados Unidos) con la colaboración de la Universidad de Chicago. Gracias a la tecnología, la exhibición pone al descubierto la reconstrucción del esqueleto, además de la recreación de un modelo a escala real instalada en la plaza del Fórum ante la entrada del museo.
En el centro de la exposición, una réplica del peculiar esqueleto en medida real, con unas patas posteriores cortas para desplazarse en el agua y la espina que le da nombre, articula una muestra que se completa con modelos, fósiles originales y audiovisuales que recrean la fauna y el ecosistema del norte de África en el periodo Cretáceo, hace 95 millones de años, cuando la zona era un inmenso delta fluvial.
El recorrido se inicia con la historia del descubrimiento de este dinosaurio en 1912 a cargo del paleontólogo alemán Ernst Stromer en el desierto del Sáhara, unos restos conservados en el Museo del Estado de Baviera que desaparecieron en el bombardeo de la Segunda Guerra Mundial.
«Quedó destruido y una parte del museo también», ha explicado la vicepresidenta del área de exposiciones del National Geographic Museum de Washington, Kathryn Keane, que ha recordado que Stromer quiso sacar todas las colecciones del museo y el director se negó por el peligro de que éstas se rompieran, de modo que acabaron destruidas.
Más de un siglo después, los exploradores Nizar Ibrahim y Paul Sereno llevaron a cabo un redescubrimiento del esqueleto mucho más completo, unos resultados publicados en la revista «Science» en 2014, que son el origen de esta exposición inaugurada en Washington.