García-Tomàs: una sublime parodia de Bach

La compositora estrena una obra basada en fragmentos del genio de Leipzig

L'Auditori acogió el estreno de la obra de Raquel García-Tomàs MAY ZIRCUS

Pep Gorgori

Aunque la acepción más común en la actualidad del término «parodia» tenga connotaciones humorísticas o incluso despectivas, en el terreno de la música es una técnica muy común, especialmente alrededor del siglo XVI. A grandes rasgos, es un procedimiento aparentemente sencillo: poner una letra nueva sobre una música preexistente. Dicho así parece que no tiene secreto, pero en manos de los grandes compositores la cosa cambia. Bach se parodió a sí mismo en no pocas ocasiones, y lo hizo con obras de otros autores.

Cuando Raquel García-Tomàs recibió el encargo de L'Auditori de crear una obra partiendo de la música de Bach para coro amateur y orquesta, la compositora se planteó cómo podría aproximarse al universo creativo de un creyente del siglo XVIII desde la perspectiva de una no creyente del siglo XXI. La respuesta la halló en la poesía de Whitman (concretamente, la 'Song of Myself' contenida de sus 'Leaves of grass'), y el resultado ha sido 'Suite of myself', una obra que conjuga algunas melodías bachianas con una interesantísima reelaboración de García-Tomàs y textos que apelan a la búsqueda de una humanidad mejor desde un punto de vista radicalmente lejano al de Bach, para llegar en el fondo a conclusiones similares.

La composición no puede ser considerada una parodia de Bach, porque la catalana solamente toma prestados fragmentos que le resultan útiles en su propósito compositivo, pero algunos pasajes sí que tienen un carácter casi paródico, y llaman especialmente la atención. Se inicia con un coral de la Pasión según san Juan en que la letra de Whitman nos interpela: «¿Por qué debería rezar?». Después, reelabora la introducción de la misma obra bachiana, que el de Leipzig pensó para culminar en una sonora invocación: «Herr!», ¡Señor! En ese punto, García-Tomàs juega con el público, detiene la orquesta, y el coro entona: «Yo me celebro y me canto».

Curiosa también es la apropiación de elementos propios de la fonografía, aun sin usar la electrónica. En varios momentos de la partitura, García-Tomàs pide a los metales que toquen con 'vibrato', «como una grabación antigua». Así suena Bach a lo largo de toda la obra: como una vieja presencia venerable. Una verdadera filigrana, que valdrá la pena que sea programada en más ocasiones, máxime teniendo en cuenta que la compositora ha cuidado que sea al mismo tiempo una pieza de gran riqueza orquestal y asumible para un coro amateur como El Cor Canta.

De paso, quizás podremos escucharla dirigida por batutas que hagan una lectura más profunda y detallista. Giedrė Šlekytė se dejó en el tintero muchos matices y efectos que se apreciaron mejor en el segundo pase, a través de la plataforma Auditori Digital, que en la sala el día antes. Lo mismo se aplica a la Tercera de Bruckner y al concierto de Bach, este último con el agravante de un solista, Pavel Kolesnikov, que es genial tocando solo pero hace unas lecturas tan personales que en una obra como la propuesta era inviable en entendimiento con el resto de los músicos.

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