Dos extremos en un mismo concierto
Maria Joao Pires, retirada, lesionada, septuagenaria y lo que se quiera añadir, sigue siendo Pires

Cuatro años después de anunciar su retirada «definitiva» de los escenarios y tras reponerse de la lesión en el hombro sufrida hace unos meses, Maria Joao Pires, una de las grandes diosas del piano, sigue prodigándose por los escenarios. Su última parada, en Barcelona, la hizo acompañada por la Orquesta Gulbenkian, otra gran institución de la música portuguesa. En el programa, el exigente concierto para piano número 2 de Chopin, 'La mer' de Debussy y una obra reciente del compositor luso Pedro Amaral. El resultado fue un concierto más que irregular, casi polarizado entre momentos sublimes a cargo de la pianista y otros momentos bastante más mundanos por parte de la orquesta.
Pires, retirada, lesionada, septuagenaria y lo que se quiera añadir, sigue siendo Pires. Una poeta capaz de hacer sonar el piano con un brillo puro, lleno de matices, de frases preciosas, en definitiva, de conmover. La mejor muestra fue el segundo movimiento del concierto de Chopin, cantado como nadie más puede lograr. Magia absoluta.
Ahora bien, los años no pasan en balde, y especialmente en el primer movimiento la intérprete mostró algunas imprecisiones que dieron que pensar. Chopin no es un compositor fácil, pero hay piezas en las que el reto técnico es especialmente abrumador, y esta es una de ellas.
Durante el concierto, la Orquesta Gulbenkian demostró estar muy, muy lejos de otros tiempos en los que se labró un considerable prestigio internacional. La obra de Amaral no pareció aportar nada más que una serie de solos instrumentales sin demasiada forma, pero la peor parte se la llevó el pobre Debussy. Bajo la dirección de Ricardo Castro, 'La mer', que describe desde el oleaje tempestuoso hasta los delicados reflejos del sol sobre la superficie del agua, se trocó en una mole de sonido que más bien recordaba el sonido del cemento siendo volteado dentro de una hormigonera con un motor diesel del año de la catapún.
En definitiva, un concierto del que quedará poco más que el buen recuerdo de ese segundo movimiento de Pires y la propina del 'Peer Gynt' de Grieg interpretada a cuatro manos por Pires y el propio director.