La Costa Brava no se rinde
El Hostal de la Gavina hace gala de su esplendorosa memoria con una exposición fotográfica de sus visitantes más ilustres
En el Hostal de la Gavina de S'Agaró habían previsto celebrar en julio de 2020 el centenario de los baños de S'Agaró que, junto al Hostal de la Gavina y la urbanización que se asoma al Camino de Ronda constituyó, en el primer tercio del siglo XX, el primer enclave del turismo de lujo en la Costa Brava catalana.
No pudo ser, lamentan Julia y Virginia Ensesa en estos aciagos tiempos pandémicos. El 11 de julio habían organizado una fiesta entre las casetas multicolores que son un icono de la playa de Sant Pol, como la Casa de les Punxes, la Taverna del Mar o el Hostal de la Gavina. No hubo fiesta, ni paella, ni mejillones al vapor en la playa.
La temporada pintaba, como en otras latitudes turísticas, francamente mal en un hotel de clientela internacional mayoritariamente anglosajona. En las postrimerías de agosto, el balance ha sido menos malo de lo previsto, advierte Alberto de Pau, director de La Gavina: «Gracias al turismo nacional, una agradable sorpresa, hemos tenido una ocupación del 65 por ciento» .
Pese a la imagen nefasta de un gobierno catalán volcado en el proceso independentista y su propaganda hipócrita de última hora, los establecimientos turísticos que ofrecen seguridad al cliente han conseguido salir adelante.
Como todos los grandes hoteles del mundo, La Gavina que alumbró Josep Ensesa en 1932 hace gala de su esplendorosa memoria con una exposición fotográfica de sus visitantes más ilustres. Julia señala una imagen de su abuelo con Josep Pla: «Eran grandes amigos, para mí siempre fue el señor Pla: pasaba los inviernos en el hostal, porque su masía de Llofriu era muy fría». En otra imagen, Julia en brazos de su madre Carmona sonríe a Orson Welles. «Debía tener dos o tres años, por aquel entonces Welles rodaba Míster Arkadín».
Una auténtica lluvia de estrellas: John Wayne, Jack Nicholson, Montserrat Caballé, Rudolf Nureyev… Lex Barker y Carmen Cervera miran fijamente a la cámara. Liz Taylor sale con prisas del La Gavina. «Acababa de casarse con Eddie Fisher y todo el mundo le acusaba de haber robado el marido a Debbie Reynolds, su mejor amiga», nos cuentan. La foto corresponde al rodaje en 1959 de «De repente el último verano», extraña película de Mankiewicz sobre una pieza teatral de Tennesse Williams con el torturado Monty Clift de psiquiatra. Y Peter Sellers con la voluptuosa Britt Ekland: «Era capaz de imitar toda clase de voces. Aquí le escuchamos el acento del hindú que encarnaba en El Guateque», apuntan las hermanas Ensesa. Sean Connery lucía en 1969 el bigote del emigrante irlandés que encarnó en «Odio en las entrañas». Aquí chocaba su nueva etapa cinematográfica, apunta Julia: «Seguíamos identificándolo con James Bond y nunca hubo otro 007 como él».
El Hostal de la Gavina estará abierto hasta el 15 de septiembre. «Lo normal era acabar la temporada el 30 de octubre, pero si los turistas norteamericanos no pueden venir cerraremos antes», explica Alberto de Pau. En la Taverna del Mar, que conducen los chefs Romain Fornell y Lluís Planas, el coronavirus no ha erosionado la caja. «Tras el confinamiento, la gente de aquí tenía muchas ganas de comer fuera y disfrutar de una terraza frente al mar: la facturación ha sido de un 95 por ciento respecto al año pasado», añade el director.
La Costa Brava no se rinde. En los jardines de Santa Clotilde de Lloret de Mar, la familia Feliu Roviralta y el ayuntamiento han configurado un oasis musical, gastronómico y paisajístico , con nueve días de actuaciones musicales de estilos diversos.
Si no fuera por las mascarillas y la distancia a que obligan los protocolos sanitarios, se podría revivir la «joie de vivre» que antes del coronavirus no valorábamos. Nos quedan los jardines novecentistas con los setos geométricos que Rubió i Tudurí diseñó en 1919, los bustos romanos y las sirenas de María Llimona entre cipreses, pinos y tilos.
Y la Costa Brava con sus roquedales, inmortal. Frente a tan salvaje belleza, no hay virus que valga.