La ciudad como teatro urbano y escenario inmersivo en la «película transitable» de Rimini Protokoll
El colectivo alemán reflexiona en el CCCB sobre las vidas urbanas con 'Urban Nature', una experiencia inmersiva que se suma a la programación del Grec
¿Mirar o ser mirado? ¿Pasear o hacer turismo? ¿Ser un sujeto activo o un espectador pasivo? Y, más importante aún, ¿ser un ciudadano conectado o un eremita aislado? Son solo algunos de los dilemas, probablemente los más evidentes, que surgen mientras se desarrolla 'Urban Nature', una suerte de performance teatral, una «película transitable» en palabras de sus creadores, con la que el colectivo alemán Rimini Protokoll se suma a la programación del Grec y se instala en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) hasta el 19 de septiembre.
La ciudad y sus circunstancias, con los diferentes modelos económicos y de convivencia que coexisten en las grandes urbes, son la razón de ser de un montaje en el que siete personajes exponen sus historias personales, maneras de vivir en la jungla de asfalto, mientras el espectador-visitante las recibe de forma completamente diferente según desde donde mire o escuche. «La ciudad, en el fondo, es un gran espacio de representación, una gran escenografía», defiende la directora del CCCB, Judit Carrera, para quien 'Urban Nature' es, ante todo, una reflexión sobre la urbanidad entendida como «la conciencia de que no estamos solos».
La instalación, una exposición desbordada o una obra de teatro expandido, según a quién le pregunten, arranca con una batería de preguntas -«¿El capitalismo os funciona?»; «Si la ciudad fuese una jungla, ¿qué animal serías?»; «¿Cuántos tomates se consumen en tu ciudad al día?»- tras las que empieza la función. O, mejor dicho, las funciones, ya que cada escenario es como una obra en sí misma y una nueva oportunidad para ejercer de actor o espectador, según el rol por el que uno haya optado en la entrada.
«Escuchar a gente que está fuera de nuestros círculos cercanos es una parte importante de la utopía que las ciudades pueden representar», sostiene Stefan Kaegi, uno de los tres miembros que, junto a Helgard Haug, Daniel Wetzel, forman Rimini Protokoll. Y nada más aparentemente inconexo que un historiador ambiental y económico, un asesor en políticas públicas, una joven sin techo, un funcionario de prisiones, una diseñadora gráfica realojada en la economía sumergida, una asesora financiera y una niña de doce años que vive en el Raval.
Siete personajes y otras tantas miradas sobre la ciudad que no hacen más que multiplicarse con cada nuevo grupo de visitantes que pasea a través escenografías que reproducen desde un andén de metro a una pista de tenis pasando por la barra de un bar, las literas de un albergue o el taller de electrónica de una cárcel. La idea, defienden Rimini Protokoll, es ponerse en la piel del otro y comprender cómo las decisiones que tomamos en el ámbito privado pueden dejar huella en la esfera pública.
Es así como surgen debates sobre, por ejemplo, la gestión de los recursos naturales, el derecho a la vivienda, la tecnología como acelerante de cambios sociales no necesariamente buenos, las desigualdades entre los vecinos... «El coronavirus nos obligó a aislarnos y nos hacía ver a los otros como un peligro. Ya es hora de acercarnos a los desconocidos con los que vivimos y escucharlos«, apunta Kaegi.