CLÁSICA
Bostridge y De Liso sostuvieron 'L'Orfeo' de Biondi
Había expectación por ver cómo Fabio Biondi y su ya mítica Europa Galante abordaban la partitura, así como de escuchar a los solistas que reunió

A escuchar 'L'Orfeo' de Monteverdi siempre se va en actitud reverente. Hubo otras óperas antes, pero fueron pocas, ninguna se conserva entera y, por lo tanto, el compositor cremonés puede arrogarse el título de fundador del género. Y todo, porque en los siglos XVI y XVII algunos grupos de amigos se distraían pensando cómo debió de ser el teatro griego cuando se representaba con música. Qué envidia, visto lo que tenemos que ver en nuestros días. Pero ese es otro asunto.
El caso es que, con toda la reverencia y el respeto, 'L'Orfeo' no deja de ser un experimento previo, muy previo , a todo lo que vendría más tarde, de modo que la estructura dramática y la música pueden sorprender (en un sentido, probablemente, negativo) a los oyentes noveles. Hay que escucharla, e interpretarla, teniendo en cuenta el contexto de la obra del compositor, en especial sus madrigales y sus reflexiones sobre lo que consideraba la «Prima prattica» y la «Seconda prattica», que hoy identificamos con el paso del Renacimiento al Barroco musical.
Había expectación por ver cómo Fabio Biondi y su ya mítica Europa Galante abordaban la partitura , así como de escuchar a los solistas que reunió. Los encabezaba el británico Ian Bostridge, tenor que ha demostrado su valía en el terreno de la ópera y el lied, pero que no siempre asociamos con la música antigua. Dejando de lado su peculiar lenguaje corporal, fue un Orfeo de la mejor categoría, dando vida a ese rol complejísimo, donde las arias escasean -preciosa, por sencilla, su 'Rosa de ciel'- y el solista está condenado a vagar por ese «recitar cantando» tan monteverdiano, que pone a prueba a cualquier intérprete. Bostridge, simplemente, se lució.
También firmó una actuación memorable Marina de Liso , en el doble papel de Mensajera y Esperanza. Mostró dominio absoluto del estilo, con toda la paleta de recursos técnicos propios de la época de Monteverdi, además de una bella voz y excelente expresividad. Entre el resto del reparto, bastante irregular y desde luego no tan acertado, destacaron Filippo Mineccia y Roberta Invernizzi.
En el apartado instrumental, Fabio Biondi quedó muy lejos de las interpretaciones novedosas y frescas con las que se dio a conocer décadas atrás. Hubo pocas ideas nuevas , y en general se conformó con dar una versión correcta de la obra maestra, en la que, eso sí, relució el grupo del bajo continuo, absolutamente entregado en todo momento. Por su parte, el Cor de Cambra del Palau de la Música abordó con mimo y buen resultado la parte coral.