Ópera

Una «Bohème» de foto en el Liceu

A la pieza de Puccini le faltó magia en su estreno en el coso operístico barcelonés

Una imagen del estreno de la «Bohème» en el Liceu PREMSA LICEU

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

En el correctísimo estreno liceísta del sábado no hubo magia teatral, esa que mueve a la emoción gracias a una partitura que va directo al corazón y a una tragedia de héroes cotidianos que han convertido a «La bohème» de Puccini en paradigma melodramático. No hubo catarsis emocional, quizás por la dirección musical de Marc Piollet que nunca cargó las tintas dramáticas ni ayudó a los cantantes a que, con alguna excepción, optaran por arranques veristas, de esos que golpean el alma.

Lo intentó una y otra vez la espléndida propuesta escénica de Jonathan Miller, fácil y directa, con una visión escenográfica (de Isabella Bywater) que ya han tocado clásicos como Zeffirelli o Sagi, muy «voyeur», que se introduce en el interior de la buhardilla de los bohemios para explicar sus miserias y alegrías. El cambio de escenas, a telón subido, es teatralmente muy efectivo, los volúmenes ayudan a la proyección de las voces y están bien solucionados el tumultuoso segundo acto y los momentos intimistas. Tampoco molesta la traslación temporal, haciendo el drama todavía más cercano.

La falta de magia también vino dada por un reparto irregular, a pesar de que prometía los elementos precisos para ello: juventud y talento. La hermosa voz del Marcello de Artur Rucinski, redonda, esmaltada, dúctil, maravilló hasta que tuvo que subir a los agudos, zona en la que no solo perdió esmalte, sino también afinación. Su amigo Rodolfo llegó en la voz de un correctísimo Matthew Polenzani, de voz grisácea y algo gutural, con un resultado que no hizo justicia a su entrega. La voluntariosa Musetta de Nathalie Manfrino no controló los agudos ni un timbre ácido y poco atractivo. La Mimì de Tatiana Monogarova luchó contra una voz de grandes dimensiones, de armónicos exuberantes y «vibrato» de «spinto», sin terciopelo; su hermoso fraseo no compensaron ni su pastosa dicción ni su poca adecuación al personaje.

El Colline de Paul Gay fue tan desconcertante por técnica como desilusionante dramáticamente. Musical y convincente el Schaunard de David Menéndez, el único español del reparto junto al sonoro Benoit/Alcindoro de Fernando Latorre -un lujo- y al Parpignol-Charlot de Josep L. Moreno. Impecable el Coro del Liceu y muy débil el infantil Cor Vivaldi.

Intérpretes: T. Monogarova, M. Polenzani, A. Rucinski, N. Manfrino y otros. O. S. del Liceu. Dir. musical: M. Piollet. Dir. escena: J. Miller. Lugar: Liceu, Barcelona. Fecha: 18-06-2016

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación