Blackpink en Barcelona: artillería coreana para asaltar el pop

El cuarteto de Corea del Sur se estrenó en Barcelona ante 10.000 personas en la primera actuación de una banda de k-pop en el Palau Sant Jordi

Las componentes de Blackpink, durante una actuación en París LIVENATION

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Si uno prestaba atención y lograba aislarse, ni que fuera por unos segundos, del ensordecedor griterío que llegaba desde las gradas y la pista, lo que se escuchaba no era el silencio, sino el aparatoso estruendo de un relevo generacional arrollando viejas dinámicas y reinventando las reglas del juego. Y es que, por más que busquemos, a las surcoreanas Blackpink no las encontraremos en la radiofórmula, la agonizante selección de videoclips de alguna emisora televisiva o las tiendas de discos (ahí quizá sí que estén, aunque nadie se vaya a tomar la molestia de comprobarlo) sino campando a sus anchas en entornos virales y acumulando trillones de visitas en plataformas como Youtube.

Un reinado virtual que, de Seúl al mundo pasando por Barcelona, se hizo anoche carne y aparatosa algarabía en el Palau Sant Jordi en la que, desde ya, es la primera actuación de una banda de «K-Pop» en un escenario de estas dimensiones en España. El recinto, es cierto, no se llenó -había 10.000 personas , según la organización- pero la noche sirvió para calibrar las dimensiones de un fenómeno que ha pasado de rellenar la programación de salones del manga a colarse en festivales como el todopoderoso Coachella y embarcarse en exitosas giras europeas como la que finalizaron ayer en la capital catalana.

Un triunfo cuyo secreto es precisamente que no hay secreto. Y es que desde las coreografías a ese pegajosa mezcla de EDM y R&B; desde los ritmos de aire marcial a las llamaradas, los petardazos y las plataformas móviles toda la artillería que desplegan Jisoo, Jennie, Rosé y Lisa sobre el escenario tiene como único objetivo asaltar el pop y devolverlo convertido en un amasijo de colores chillones, estribillos atiborrados de graves y envoltorio hipertecnológico. Un milimetrado juego de fuerzas que las surcoreanas ejecutaron entre poderosas y pegajosas detonaciones como «DDU-DU DDU-DU» o «Forever Young» y juguetonas mutaciones como las de «Kiss and Make Up», su colaboración con Dua Lipa, y «Boombayah».

También hubo espacio para demostraciones individuales de talento un tanto desconcertantes, con Rosé hincándole el diente al «Let It Be» de los Beatles, Lisa bailando al ritmo de Jason Derulo y Jennie y Jisoo reivindicándose como vocalistas; e incluso para un larguísimo anuncio cortesía de la empresa de coches que patrocina la gira, pero ni por un minuto se desinfló el ánimo del público. Al contrario: ahí estaban los «BLINKs», nombre que reciben los fans de la banda, armados con unos martillos luminosos con forma de corazón rosa y jaleando con idéntica intensidad desde los videoclips que escupieron las pantallas antes del concierto a la coreografía marcial de «Kill This Love». Todos cantaban (en coreano) como si no hubiese un mañana y como alguno de esos padres que esperaban a la salida con cara de no entender nada debieron de hacer también en su día con los Backstreet Boys o las Spice Girls. Smells like teen spirit, sí, pero en versión asíatica, hiperacelerada y colorista. Superpop a lo grande.

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