The Black Eyed Peas, atracón de ritmo en el estreno del Cruïlla

La banda californiana inauguró el festival con un triunfal repaso a sus grandes éxitos

The Black Eyed Peas, anoche durante su actuación en el Cruïlla Efe

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Se fue Fergie y a punto estuvo de apagarse, engullida por ese silencio de casi una década, la estrella de los Black Eyed Peas, pero si algo han demostrado los californianos es que, por muchas piruetas que les haga dar la vida, siempre acaban cayendo de pie. Así que casi diez años después de su última actuación por aquí, ahí estaban Apl.de.ap, Taboo y will.i.am, todo nervio y culebreos sobre el escenario, centrifugando sus adhesivos y poderosos estribillos y reconectando con su propio pasado para soplar la primera vela del décimo aniversario del Cruïlla. Y es que, en su arranque, el certamen barcelonés fue más bien una fiesta que un festival; una despendolada noche de estreno en la que sólo la noruega Aurora intentó (sin mucho éxito) hacer sombra de los autores de «Elephunk» o «Monkey Business».

Sabiéndose el centro de todas las miradas, los de Los Ángeles se hicieron esperar y, con casi veinte minutos de retraso, aparecieron sobre el escenario enfundados en chándales y gorros fosforitos para descorchar, faltaría más, « Let’s Get It Started» y servirla entre brincos ante cerca de 14.000 personas. Eso arriba. Abajo, móviles en alto, caderas bien engrasadas y rap infecciosamente festivo planeando sobre el Forum en dirección al mar, buscando quizá la conexión ibicenca.

Sonaban «Imma Be» y «Rock That Boby», voces femeninas enlatadas incluídas, y por un momento el trío parecía el mismo que empezó a predicar hace más de dos décadas los evangelios de Jurassic 5 y De La Soul. Pero no. Con los años se han convertido en otra cosa. A saber: en una implacable y multitudinaria máquina del ritmo capaz de llevarse el hip hop de juerga electrónica y conquistar planicies como la del Forum barcelonés.

La (otra) Voz

«Mi familia es Black Eyed Peas, mi otra familia es Barcelona», dijo en castellano un jovial y parlanchín will.i.am justo antes de que las bases recuperasen la dureza de los noventa con «Be Nice», canción que han grabado junto a Snoop Dogg. A esas alturas ya había aparecido sobre el escenario Jessyca Reinoso, finalista de la versión filipina de «La Voz» y encargada de que casi nadie echase de menos a Fergie. Tampoco es que hubiese demasiado tiempo para el lamento: a falta de una diseño escénico algo más trabajado -una pantalla con videoclips y audiovisuales fue el recurso más sofisticado-, los estadounidenses imprimieron un ritmo frenético desde que se quitaron de encima «Pump It» mientras el público, a lo suyo, enloquecía surfeando (o algo así) sobre el riff de Dick Dale (y, de propina, también el de «Seven Nation Army» de los White Stripes»).

A partir de ahí, ritmo de crucero con «Hey Mama», samples del «Mi gente» de J Balvin, una exhibición de pericia de will.i.am como discjockey cruzando a Nirvana con Britney Spears y vuelta a empezar con «Don’t Stop The Party» y «The Time (Dirty Bit». Con la súperbalada «Where is The Love», alargada más allá de lo razonable, llegó un delirio sólo superado por la bacanal de ritmo y confeti «I Gotta Feeling», dilatadísima despedida y cierre de una noche de frenesí rítmico y rap coreado con todas las fuerzas.

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