La asombrosa y ajetreada vida 'no regalada' de Luis Cabrera

Músico, activista y fundador del Taller de Músics, publica una novela autobiográfica sobre su llegada a Barcelona en los sesenta y el paso de la Dictadura a la Democracia

Luis Cabrera, en una imagen promocional ROCA EDITORIAL

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«Mi vida, la vida de Lorenzo Almendro, ha sido todo un lío», anuncia Luis Cabrera (Jaén, 1954) mientras va y viene de Andalucía a Nou Barris, de Bandera Roja a la sexta galería de la Modelo y del cante en la ciudad libre de Christiania a los diálogos de flamenco y jazz en el Taller de Músics de Barcelona. Su vida, insiste, ha sido puro jaleo, así que nada mejor para poner un poco de orden que sentarse a escribirla habitando el pellejo de Lorenzo Almendro, alter ego literario nada disimulado con el que Cabrera repasa una vida de lucha antifranquista, pasión por el flamenco de y activismo social en los barrios obreros de Barcelona.

Una vida con voz de Enrique Morente y música de Tete Montoliu; con olor a asfalto quemado de esa fábrica que se convertiría en el Ateneu Popular de 9 Barris y sabor al aceite de la sierra de Arbuniel, la misma de la que Cabrera fue 'arrancado' con apenas nueve años para acabar trasplantado en el barcelonés barrio de Verdún. «Es una una introspección familiar, la memoria familiar de un niño de Jaén», resume Cabrera para presentar la muy autobiográfica 'La vida no regalada' (Roca Editorial). «Cuando murió mi padre, empecé a recordar cuadros de mi memoria y esos cuadros los interpreto aquí. No es un libro de ficción, pero hay cosas inventadas», añade sobre una novela que comparte título –y se supone que parte del contenido– con la que Cabrera presentó al premio Planeta en 2014 y con la que quedó entre los diez finalistas.

A vueltas con esa vida súbitamente alterada, Cabrera reflexiona sobre las infancias perturbadas –«para un niño es como arrancarlo de raíz; traes una mochila pero tienes que empezar a crearte una nueva», apunta sobre su llegada a Barcelona siendo un crío– y acumula vivencias «deformadas, interpretadas y tamizadas» que dan buena cuenta de cómo en Nou Barris « todo se tuvo que arrancar arrancar a base de reivindicaciones y de lucha». ¿Un ejemplo? Ahí está Lorenzo Almendro, mayo del 74, secuestrando junto a otros vecinos un autobús (el 11 en la ficción; el 31 en realidad) para demostrar que, pese a lo que aseguraba el Ayuntamiento, el vehículo sí que podía circular por las estrechas y sinuosas calles de Roquetas. «Entre creer en Dios y creer en la revolución hay un paso», desliza.

Músico, escritor y activista social de marcado espíritu libertario, Cabrera dedica el tramo final de las andanzas de 'La vida no regalada' a su pasión por el flamenco y su relación con Mayte Martín y Miguel Poveda, desenlace más o menos lógico viniendo de alguien que ha consagrado buena parte de su vida a la música y la cultura. «El cambio social tiene que venir probablemente por la cultura, porque las personas piensen que hay que invertir ahí. La cultura puede ayudar a ser crítico y la unión de individuos libres puede hacer cambiar la forma de vivir y la sociedad. Las pirámides, el mesianismo… No puede haber cambio social desde organizaciones piramidales. La adoración al líder acaba en pinza», apunta un autor que, antes de fundar el Taller de Músics a finales de los setenta, participó activamente en la lucha antifranquista a través de organizaciones comunistas como Bandera Roja. «Los popes escribían las octavillas y tú tenías que tirarlas. Y yo les decía que no; que ya las escribía yo y ellos las tiraban. Y eso creó un caos», recuerda entre risas.

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