¡Abajo el cuarteto de cuerda!
La instalación sonora participativa «Sous les violons, la plage!» propone la lapidación de un cuarteto de cuerda en Arts Santa Mònica
Tengo la piedra en la mano. No es tan fácil como parecía. Laia Torrents y Roger Aixut, de cabosanroque, proponen este fin de semana (Arts Santa Mònica) liarse a pedradas contra un cuarteto de cuerda -los instrumentos, se entiende, no sus intérpretes. La instalación sonora participativa «Sous les violons, la plage!» se inspira en las revueltas de Mayo del 68, aquellas de «¡Bajo los adoquines, la playa!», y propone la lapidación como forma de buscar «un sentido positivo de la destrucción». Bajo el inquietante planteamiento, hay toda una reflexión sobre los cánones artísticos y la creatividad.
Solamente hay que mover el brazo con impulso suficiente. Es un gesto simple, pero cuesta decidir a quién lanzar el primer cascote. «Los instrumentos son un objeto sagrado para nosotros, así que te tiene que costar», me consuela Torrents. Los violines, con su sonido agudo, pueden llegar a ser bastante enervantes. La viola es una manipuladora: parece que no está, pero desde las sombras lo mueve todo. El violonchelo, con su vozarrón, resulta algo prepotente.
De fondo suena un cuarteto de Haydn. El número 66 en Sol mayor, Opus 77, para ser exactos. Está tratado digitalmente, de manera que cada vez que le dé a un instrumento, se introducirá «una modificación mínima, aleatoria, de la armonía, el ritmo o el timbre de esa voz; con cada acierto nos alejamos un poco más de la obra original». Todo quedará grabado para la posteridad. Mi pedrada pasará a formar parte de la composición resultante y, por tanto, de la historia de la música.
«Destruir es una forma de creación, aparece otra obra, aunque no sabemos qué será», justifica Torrents. Para proponer algo nuevo «no es necesario tener pensada una alternativa», añade, antes de mostrarse esperanzada: «Esperamos volver a encontrar una playa».
De momento, más que playa lo que hay es un mar de dudas. Estoy a punto de atizarle con un canto a la tradición musical europea. No puedo evitar pensar en lo que me dijo el compositor Joan Magrané en una entrevista reciente: «Para mí, Europa es un cuarteto de Schubert». A mi espalda, los pedazos de los instrumentos que «participaron» en anteriores ediciones yacen en una vitrina.
Sigo sin atreverme a lanzar la primera piedra, en parte por este reparo de destrozar un instrumento musical. Pero también porque Laia Torrents me ha explicado que en una de las tres ocasiones anteriores en la que han montado esta instalación «a una violinista le costó decidirse al principio, y luego no podía parar». ¿Y si descubro que llevo un monstruo dentro? Si algún lector tiene algo en contra de los cuartetos de cuerda, contra el canon de la música clásica, o simplemente necesita desfogarse a pedradas sin que lo detengan, se puede pasar a probar puntería por Arts Santa Mónica (La Rambla, 7) entre hoy y el domingo.