Luz, y coches, al final del túnel de Glòries

Barcelona abre hoy el paso soterrado para el tráfico rodado, una gigantesca infraestructura cuyas obras han durado seis años y que tiene que descongestionar la circulación

Operarios, esta semana supervisando los últimos detalles antes de la apertura del túnel Inés Baucells / Vídeo: El túnel de Glòries de Barcelona entra este sábado en servicio

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El titular no podía ser otro. El proyecto urbanístico más complejo de las últimas décadas en Barcelona ve la luz al final del túnel, después de décadas de debate y de más de seis años de trabajos, retrasos y polémicas. La alcaldesa Ada Colau podrá colgarse la medalla de haber inaugurado la transformación de Glòries, una obra gigantesca que han arrastrado varios gobiernos municipales y que se había convertido en una gran reivindicación vecinal.

La relevante actuación urbanística, que solo el paso del tiempo dirá si ha sido un gran acierto y que por ahora presenta la incertidumbre de cómo encajará el tráfico en la nueva infraestructura, es obvia. La zona ya es una gran explanada, pero todavía en obras y llena de vallas y señales provisionales. Antes albergaba un anillo viario gris , el perfecto nudo de conexiones de las tres mayores vías de la ciudad (avenidas Diagonal y Meridiana y Gran Via) que, sin embargo, suponía un agujero negro para la trama urbana y la vida de barrio. De aquello ya no queda ni rastro: el tambor se inutilizó en 2007 y pasó a la historia en 2014, con los consecuentes desvíos de tráfico de entrada y salida de la ciudad. El descomunal solar de más de 20.000 metros cuadrados que quedó allí va convirtiéndose, a medida que las obras y la vegetación lo permiten, en un nuevo pulmón verde de Barcelona.

Redistribuir 78.000 coches

Los trabajos para soterrar los coches, que este sábado ven culminada una primera parte, no han sido fáciles. Por debajo de Glòries, allí donde había que encajar los 78.000 coches que a diario pasan por la zona, transcurren cuatro infraestructuras ferroviarias, que a pesar de la complejidad de las obras apenas han tenido que interrumpir su servicio. Por el contrario, una rescisión del contrato con las constructoras por sobrecostes e incumplimientos de contratos en 2017 y más recientemente la pandemia del Covid sí paralizaron las obras.

Desde este sábado a las 6 horas, el tráfico en sentido Besòs ocupará las instalaciones subterráneas. Se trata de un túnel de 957 metros de largo y tres carriles (uno de ellos exclusivo para buses y taxis) por los que se podrá circular a un máximo de 50 kilómetros por hora. Tras esta inauguración quedará la puesta en marcha de la galería para la circulación en sentido Llobregat, que se prevé estrenar a principios de 2022 . Entonces se pondrá en marcha el radar de tramo y, lo más importante, podrá empezar la recta final de la transformación de la superficie de las Glòries.

«Hemos hecho muchos metros cuadrados de pantallas, construidas a profundidades de hasta 45 o 50 metros», explicó esta semana en una visita previa a las instalaciones para los medios el director general de BIM:SA, Àngel Sánchez. Superar el nivel freático, para lo que se bombeaba a diario una cantidad de agua similar a la de 10 piscinas olímpicas, ha sido otro de los retos conseguidos. «Ha sido una gran obra, en el aspecto económico y técnico y, como decimos los constructores, no hay mejor túnel que el que está acabado», comentaba con evidente emoción.

¿Un respiro para Colau?

Para el tráfico rodado, la nueva vía de paso se presenta como un alivio, ya que previsiblemente reducirá las congestiones. De hecho, los coches encontrarán a partir de ahora un último semáforo en el cruce de Gran Via con la calle Padilla y, a partir de allí, no habrá que parar el motor para salir de la ciudad.

Con todo, los técnicos municipales han avisado durante toda la semana de que durante los primeros días se esperan retenciones en la zona, especialmente en el punto en que los conductores deberán decidir si seguir por el túnel o por el lateral de la Gran Via. «A medida que vayan conociendo la manera de moverse por la ciudad, desaparecerán», aseguró Andreu Gomila, el director de servicios de Movilidad del Ayuntamiento desde el propio túnel.

Llegue antes o más tarde la adaptación a la nueva normalidad viaria, lo cierto es que puede dar un respiro al gobierno de Ada Colau, que en los últimos meses ha visto cómo crecen los reproches de vecinos y oposición por sus actuaciones en la vía pública y contra el tráfico rodado. La bajada de las terrazas a la calle, la peatonalización de calzadas para bicis y transeúntes, la desaparición de carriles en favor de los accesos escolares y otras obras de ciudad, como la majestuosa ampliación del colector de aguas en la avenida Diagonal (que la inutiliza en los entornos de paseo de Sant Joan) han convertido Barcelona en una auténtica ratonera para el coche.

A esto, además, cabe sumarle el evidente aumento del tráfico post-pandémico y la desaparición de los peajes de acceso a la ciudad, que han 'invitado' a que muchos vuelvan a apostar por el coche para sus desplazamientos. Habrá que ver si la agilización del tráfico con el túnel de Glòries –de lo que también se beneficiarán los buses urbanos e interurbanos– suaviza la movilidad de la capital o si, por el contrario, anima a otros vecinos a volver a apostar por el coche.

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