El Port Olímpic exige un lavado de cara ante la inacción municipal

Los locales piden una renovación ante el fin de la concesión, que caduca en 2020

Las instalaciones del Port Olímpic se inauguraron en 1992 INÉS BAUCELLS

ANNA CABEZA

Que el Port Olímpic vuelva a lucir con todo su esplendor. Hace ya casi 25 años, a las puertas de unos Juegos Olímpicos que cambiaron Barcelona por compleo, que la ciudad decidió abrir una zona privilegiada frente al mar. Ahora, en la recta final de una concesión que termina en 2020 , el espacio empieza a mostrar señales de decadencia y degradación. Los restauradores exigen al Ayuntamiento un profundo lavado de cara y un plan de futuro que asegure su viabilidad.

Son una cincuentena de empresas temerosas de invertir si no existe un planes más allá de 2020. Son locales de restauración, pubs, aunque también hay escuelas náuticas e incluso un despacho de abogados. Unos 1.500 empleados en conjunto a la espera de que la nueva concesión devuelva a la zona el éxito de sus primeros años.

«Hace falta un proyecto de gran envergadura. Los restauradores están dispuestos a ser partícipes de la parte que les corresponda, pero necesitan que el Ayuntamiento arranque la máquina y que lo haga con tiempo», detalla a ABC Roger Pallarols, miembro del Gremio de Restauración de Barcelona, que está asesorando a Abroport, la asociación que agrupa a los restaurantes y locales de los muelles.

Renovación necesaria

Lo cierto es que al Port Olímpic, pese a una decadencia que se nota sobre todo de noche, no le faltan atractivos, y de hecho sus locales son muy codiciados: no hay ni uno libre. Además es el único puerto de Cataluña no deficitario, aunque sus inquilinos lamentan que recientemente sólo se ha hablado de él por una reyerta nocturna en la que falleció un hombre . « Nos han criminalizado por un ajuste de cuentas, algo que puede darse en cualquier sitio», comentan.

Entre las medidas prioritarias para los empresarios destacan la reparación del dique de abrigo -que protege de los temporales y que se ha deteriorado- y la mejora de la accesibilidad -no tiene ni ascensor ni escaleras mecánicas para conectar sus dos niveles-. También hace falta reorganizar las terrazas, mejorar la continuidad del paseo Marítimo -ahora cortado en la calle Marina-, habilitar lavabos y renovar el aparcamiento, entre otros.

El Ayuntamiento hace años que tiene en mente el fin de la concesión y los planes de futuro de la zona. En el anterior mandato, el gobierno de CiU trabajó en ello y ahora el equipo de Ada Colau considera «prioritario» actuar en el espacio , un ámbito privilegiado que «tiene que tener más usos ciudadanos y espacios públicos de calidad», explican a ABC fuentes municipales. Por ese motivo, prevén iniciar una serie de reuniones con los actores implicados, como vecinos y empresarios. Estos piden celeridad.

De hecho, el área de Urbanismo ya ha entablado las primeras conversaciones con los restauradores, y ambas partes comparten los ejes, destacan desde Abroport. Además, el Ayuntamiento ha acordado con la Generalitat -que tiene la competencia exclusiva en este puerto- que sea el ente municipal quien tenga potestad para concretar la futura concesión.

«Que el Port recupere su valor»

De manera interna, desde Urbanismo ya trabajan en las líneas maestras de la próxima concesión. Una concesión que, según explican a ABC fuentes municipales, tiene que fomentar que el Port «recupere el valor y la singularidad como espacio público de la ciudad», que aumente el rendimiento social y económico de las instalaciones y que mejore su conservación.

Los restauradores están esperanzados por los primeros «inputs» del Consistorio, aunque algunas voces temen que durante el proceso para redefinir el espacio, y pensando en nuevos usos, no se dé la suficiente voz a aquellos que llevan casi un cuarto de siglo trabajando allí.

En este sentido, el grupo de Ciudadanos lamenta que no haya «un proyecto claro ni se sabe cómo resolver» la situación del Port. Su líder municipal, Carina Mejías, teme que se pongan en riesgo puestos de trabajo por la inacción municipal, y que la renovación del espacio se dilate con «un proceso participativo» que desplace «la responsabilidad municipal a los vecinos».

«No apostaban por nosotros y al poco tiempo todos corrían por estar aquí»

«Al ver el local hubo amor a primera vista», explica Alfons Herrero, propietario del restaurante El Cangrejo Loco, que fue el primero que abrió en el Port Olímpic. Entonces, las obras en la zona no habían terminado - sus muelles todavía estaban cerrados al público y se tenía que acceder al restaurante con una acreditación- y el local se convirtió en la posada de los deportistas y monarcas que acudían a las Olimpiadas.

«Al principio teníamos alguna duda y muchos no apostaban por nosotros pero el arranque fue extraordinario y al poco tiempo todos corrían por estar aquí», recuerda. «En los últimos años se ha notado una bajada del trabajo pero todavía estamos vivos y con ganas de seguir», asegura Herrero, al tiempo que reclama al Ayuntamiento que «apueste por un Port más actual y que le dote de todo lo que ahora le falta».

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