Obras en terreno pantanoso
La demolición del anillo viario de las Glòries de Barcelona acumula retrasos, un sobrecoste y su futuro es incierto
Un proyecto urbanístico que se acomoda, nunca mejor dicho, en terreno pantanoso. La demolición del anillo viario de la plaza de las Glòries de Barcelona, por el que pasaban a diario unos 100.000 vehículos que entraban o salían de la ciudad, y el desvío del tráfico rodado por unos túneles subterráneos es uno de los planes más ambiciosos que tiene sobre la mesa la capital catalana y, sin duda, se está convirtiendo en uno de los más polémicos.
Tras muchos años sobre la mesa, las obras se iniciaron durante el mandato del convergente Xavier Trias y lo hicieron con buen pie: en febrero de 2014 se empezó a desmontar el tambor y en medio año la infraestructura gris ya había desaparecido del mapa. A partir de aquí, siguieron los trabajos menos visibles, y más complicados: la construcción de los túneles para reubicar el tráfico rodado, en una zona subterránea por la que pasan trenes y varios servicios.
Ahora, tres años después de su inicio, han empezado a aflorar problemas y complicaciones en el proyecto que hacen pensar a algunos incluso en una parada de las obras, sea temporal o no. El retraso más que evidente de los trabajos, que tenían que estar terminados en 2018, así como el aumento de su factura llevaron al Ayuntamiento, de acuerdo con la oposición, a encargar una auditoría sobre las obras. Además, más allá de lo técnico, se supo que éstas habían provocado afectaciones en la circulación de trenes, ya que se había filtrado hormigón a las vías del tren que pasan por allí, al menos en dos ocasiones. Cuestiones para nada secundarias.
Los resultados, que se presentaron recientemente, fueron flagrantes y más que preocupantes. Para empezar, se pusieron cifras al desfase de la obra: un retraso de 19 meses y un sobrecoste del 20%sobre el precio de adjudicación inicial. Dejando claro de antemano que la construcción de los túneles es un proyecto «de alta complejidad», se constató que el proyecto se redactó con «información incompleta de la documentación previa» sobre las infraestructuras ferroviarias existentes.
El informe también ratificó que previamente se calculó mal la profundidad de uno de los muros pantalla de los nuevos túneles, lo que obligó, una vez empezados los trabajos, a rebajar la rasante del túnel de 1,55 metros respecto a lo previsto.
La aparición de otras estructuras subterráneas no previstas, algo que de base tendría que haber estado contemplado, acarreó otros problemas en relación al sistema de perforación previsto. Además, la auditoría concluye que se hizo una evaluación de riesgos económicos y temporales poco conservadora.
Por si esto no fuera suficiente, las obras se plantearon inicialmente como un solo proyecto y con el paso del tiempo se optó por dividirlo y ejecutarlo como dos proyectos separados, uno por cada túnel. Esta «pequeña» modificación alteró sustancialmente los plazos y costes inicialmente considerados.
Estudiando acciones
Las conclusiones de la auditoría no hicieron más que acrecentar las dudas sobre el proyecto. Por un lado, desde la oposición, que exige la máxima celeridad al Consistorio para corregir la multitud de errores que suma el proyecto y, sobre todo, garantizar su óptima continuación. Además, las asociaciones de vecinos del entorno de les Glòries plantean ya que el Ayuntamiento vuelva a licitar las obras, en el caso de que no exista acuerdo entre el consistorio y las constructoras sobre el aumento de precio de los trabajos.
A su tiempo, el gobierno liderado por Ada Colau señala como injustificables los retrasos y causas que recoge la auditoría y, de momento, ha encargado un informe técnico y jurídico que evalúe qué posibilidades legales existen sobre la mesa para continuar abordando esta obra de la ciudad con las máximas garantías de calidad y eficiencia.
En ningún caso, apuntan fuentes municipales, se contempla la paralización del proyecto aunque sí que podría pararse temporalmente si es que se aboga por rescindir el contrato presente para conseguir uno más realista y seguro. «Estamos pendientes del informe jurídico y estamos abiertos a todas las posibilidades, desde la sanción a la rescisión del contrato» , apuntaba Colau esta semana. En sus manos está llevar a buen puerto este problema urbanístico y conseguir que no se enquiste. De no ser así, su currículum como alcaldesa puede quedar marcado por unas obras difíciles de olvidar.
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