«Mojiteros» contra manteros

La Barceloneta estrena temporada con más presencia policial para atajar la venta ambulante

Un vendedor ambulante en una playa de Barcelona INÉS BAUCELLS

MIGUEL RUIZ DE ARCAUTE

Sol, tumbonas, chiringuitos… y más presencia policial. La temporada de verano en el área de la Barceloneta se inaugura este año sin grandes cambios excepto por un detalle: la apertura de una nueva comisaría compartida por Mossos d’Esquadra y Guardia Urbana . Con ella, buscan reforzarse y aunar esfuerzos para intensificar la seguridad en la zona.

El centro, ubicado en el número 32 del Paseo de Juan de Borbón y que se trata, además, del primer centro conjunto de los dos cuerpos policiales, responde a la demanda de mayor seguridad reclamado por el tejido asociativo del barrio. Una de sus funciones, que recaerá sobre la Unidad de Playas de la Guardia Urbana, será la de ejercer más control sobre la legión de vendedores ambulantes en las playas, converticdas en un zoco donde poder comprar mojitos, bebidas, pareos y lo que uno pueda imaginar. De esta forma, la policía local confía en reducir la venta ilegal después de que el año pasado se confiscaran más de 100.000 bebidas, una cantidad que supera en un 26 por ciento a la del ejercicio anterior durante los meses de verano.

Los locales, preocupados

Por su parte, los «mojiteros» se quejan que haya más «manga ancha» con los «manteros» que con ellos. «A ellos no les hacen nada, pero a nosotros nos hacen tirar los vasos a la basura continuamente y a veces nos multan» , asegura uno. Los «mojiteros», en su mayoría de origen paquistaní y con pocas expectativas laborales, venden las bebidas –en su mayoría a turistas– a un precio estándar de entre 4 y 5 euros, que rebajan con el regateo.

Los locales preguntados por ABC, tanto chiringuitos como restaurantes, aseguran no tener mala relación con ellos a pesar de que parte de sus ingresos son absorbidos por estos vendedores. «No nos suponen gran perjuicio porque tampoco consiguen hacer mucho dinero», afirma Daniel Orobitg, encargado de La Guingueta, uno de los 20 locales que se distribuyen en la zona litoral a lo largo de Sant Martí y Ciutat Vella. Otros, como el gerente del restaurante Sal Café, muestran más su descontento: «Claro que nos afecta, no pagan impuestos como nosotros ni tampoco tienen licencia» . Ambos opinan no obstante que la acción disuasoria de la policía no es suficiente porque «al poco rato vuelven».

En cuanto a la previsión del balance económico al acabar el período vacacional hay división. Mientras unos son opitimistas y esperan mayores o similares ingresos respecto a la temporada pasada , otros, como Orobitg, no lo son tanto y apuntan a los días de mal tiempo durante mayo –aunque compensados con un junio espléndido– como anticipo de menor recaudación al acabar la temporada.

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